La nada
Pienso en un país ancho, sin fronteras, sin pintorescas
exaltaciones, sin calcomanías de presidentes y ministros. Un país donde todos
los ciudadanos son idénticos ante la ley y no pagan aquí unos impuestos, allá
otros, en una parte observan las leyes A y B, en otra, las C y D…
No me gustan las esencias
patrias. Atufan a apolillado romanticismo. Yo quiero un mundo abierto y penetrado
por doquier. Amo con pasión lo singular. Y sé que, si se lo institucionaliza,
se adocena, se hace mostrenco, se aja…
Yo amo un país inmenso en su
extensión y breve en sus políticos. ¡Cuántas cosas que dicen hacer no podrían
hacerlas los ciudadanos de a pie! He aquí la verdadera democracia. Allá donde
hay inflación de políticos hay desgobierno, corrupción y sufrimiento. Y siempre
son los más débiles los que pagan sus genialidades, sus egolatrías, su
prepotencia, su servilismo. Hoy sería un día hermoso para esta tierra si no
hubiera tanto superfluo jerarca en ella, tanta institución baladí, tanta
vetusta coerción mental, tanta apropiación de lo que no pertenece a nadie.
Me causa hilaridad el
especialismo. “¡Somos especiales porque hemos nacido en esta tierra especial!”.
Es un comodín. Lo dicen en todas partes del mundo. Sobreabundan quienes se
creen ungidos por razón de su nacimiento. Y escuchas las más rancias loas, los
más tópicos ditirambos, las más ciegas ensoñaciones, los más irracionales
glorias. El espíritu de campanario es igual de cañí en todo el mundo.
A mí que me quiten etiquetas. Me
ha costado una vida ser yo mismo. A duras penas he podido despojarme de lo que
me aprisionaba: los apellidos, la profesión, el estado civil, el sexo, la edad…
¡Nada de eso soy yo! ¿Y voy a ser el terruño? Mi único país soy yo mismo. Mi
familia son quienes han llegado a sí mismos.
Los nacionalismos valen para
quienes son incapaces de penetrar en el interior de las personas y necesitan
carteles publicitarios. Ser catalán o gallego o extremeño, son carteles
publicitarios. Ser hombre o mujer son carteles publicitarios. Ser joven o viejo
son carteles publicitarios. Desde que naces, el mundo te atiborra de carteles.
Eres como un hombre anuncio, esgrimiendo lo que la inercia mental de tus predecesores
ha escrito para ti. ¡Por eso tu deber es deshacerte de los carteles, tirarlos
por la borda!
Que no me llamen con el nombre de
la tierra donde vivo. No soy de aquí. Tampoco de allá. La tierra no me añade
nada. Podría vivir en cualquier otra parte del mundo y sería el mismo. La
nacionalidad es una proyección mental, una forma de locura. Allá donde vayas en
la Tierra, hay los mismos campos, las
mismas montañas, las mismas personas y el mismo amor. Pero el nacionalismo se
erige sobre la negación de los otros. Se erige sobre la nada. Es la nada.
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 28 de febrero, 2012
Bien dicho!!!
ResponderEliminarLa politica segun mi humilde opiniòn, se tiene que vivir sin fanatismo y sin nacionalismos.
No somos de un terruño,es hora de pensar que somos Universales.
Un abrazo
Comparto en mi muro de facebook
En efecto, Marian, somos universales. Cada frontera que se quiebra es un límite menos, un poco menos de miedo al otro, más universalidad... y menos políticos, es decir, menos cancerberos de las costumbres y del pensamiento. Sin ellos, curiosamente, lo intemporal permanece mejor. Ellos dividen para ser más. Nosotros debemos unir para que sean menos.
ResponderEliminarGregorio, cuanta verdad eso de: "lo Real es invisible".
ResponderEliminarPara alguno de nosotros lo Real, ya se va volviendo visible, es evidenciable.
Algoo que no se puede perder de vista tampoco es la compasiòn, para quien la merezca, bien entendido.
He leído varias de las páginas del blog -no todas, pero sí bastantes- y me ha gustado porque veo imparcialidad, cosa francamente rara en estos tiempos de fanatismo de uno y otro lado.
ResponderEliminarEn conclusión: me ha gustado lo que aquí he leído.
Felicitaciones y saludos.
Idella, eres de los pocos en darte cuenta de esa imparcialidad, lo cual me proporciona una gran alegría. Según la columna, me achacan ser de un partido u otro. Pero veo que la inteligencia existe y que la verdad siempre acaba abriéndose paso. Gracias por ser esa inteligencia y proclamar una verdad palmaria.
EliminarAqui en Andalucia no tenemos ese problema. Te vas con esos rollos a cataluña o a dónde tengan esos problemas...aquí todo el mundo se siente tan andaluz como español y no hay ningún problema. Ser andaluz no es ningún cartel publicitario. Es un sentimiento. En todo lo demás estoy de acuerdo contigo.
ResponderEliminarSin embargo, si que hay gente aquí en Granada del estilo nacionalista. Del estilo de nuestras verdaderas costumbres, nuestra verdadera historia, del estilo que malos son los del occidente, que nos roban, que queremos estar aparte,.... del estilo oriental. Seguro que sabes de qué hablo.
saludos