lunes, 30 de diciembre de 2013

EL AÑO DE NUNCA JAMÁS

«¡Yo quiero piratas e indios y cocodrilos y sirenas y peterpanes!» 

Escena de la primera y más bella adaptación de Peter Pan jamás llevada a la pantalla, la de Herbert Brenon (1924). Foto: Films Muets-Silent Movies
El año de Nunca Jamás 

Cuánto desearía que este nuevo año que comienza me alejara de los espejismos de la realidad para conducirme a la realidad de los sueños, la única verdad genuina, ya que la vida es sueño pero los sueños son el mundo real, y yo anhelo el mundo real, yo quiero abarcar la esencia, quiero ser embargado por lo pleno y no confundirme con nebulosos celajes. La política, la economía, las religiones son retazos de niebla, trozos de un espejo hecho añicos, perspectivas arbitrarias del todo, y yo desearía por una vez no perderme en el laberinto de las apariencias, no creer que un elefante es trompa o patas o cola, sino aprehender el elefante entero y al cosmos que cabalga en él.
2014 será el año en que me adentre en el País de Nunca Jamás sin titubeos, sin recular, sin miedo, sin añoranzas. Como solo concibo la vida para hacer experimentos con la verdad, anhelo demostrar que los sueños, la poesía, los mitos, son destellos de un mundo palpable, portentoso, sobrecogedor, que está más allá de esta gravedad que nos mantiene prisioneros en la lucha, la angustia, el temor y la separación.
Yo quiero ir al País de Nunca Jamás y descubrir que no hay nada que temer ni de qué preocuparse, que todo es abundante y puede ser tomado en cualquier momento, que lo que te sucede es creado por la imaginación, que los pensamientos son cosas, que la máquina más portentosa es la mente, que las ideas son los tiralíneas de la realidad. Quiero atreverme en el 2014 a no evadirme del País de Nunca Jamás aunque coléricas sombras me griten desde sus fronteras que estoy loco, que me hurto del mundo, que soy un misántropo. ¡Yo sé que son los espectros que aparecen en los cuentos mágicos, a los que no hay que hacer caso para llegar al objetivo!
Quiero cerrar los ojos en el País de Nunca Jamás para ver lúcidamente cómo se congregan los paisajes que amo, las palabras que me conmueven, los seres que me hacen vibran, la vida que lo torna todo único, el riesgo que convoca a la aventura. Esta es mi patria, aunque la he traicionado una y otra vez porque no he creído merecerla, sustituyéndola por el fragor y la violencia de otras patrias impostadas donde la verdad se tergiversa y las tinieblas son consideradas luz, y el llanto, amor, y los achaques, virtudes.
Me echaré al mar y bucearé en el 2014 hacia el País de Nunca Jamás porque deseo soltar amarras con este mundo donde la gente ha perdido su sombra y, como no existen claroscuros, no existe profundidad. ¡Yo quiero piratas e indios y cocodrilos y sirenas y peterpanes! Todos están en mí y no puedo negarme a mí mismo.
2014 me dejará como tantos otros años en las orillas del País de Nunca Jamás, pero esta vez no daré diez pasos adelante y veinte atrás, no, ha llegado el momento de cruzar decididamente sus puertas y franquear las lindes del palacio donde me aguardan pacientes los sueños que me fueron concedidos y que, como un arco encantado, solo yo puedo tensar.
Es medianoche. Los filibusteros del capitán Garfio disparan doce cañonazos. ¡Y la realidad se abre y me desgrana sus secretos!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 31 de diciembre, 2013

martes, 24 de diciembre de 2013

ORACIÓN DE NAVIDAD

«¡Noche amada, pon hoy en mí aquella intensidad!» 

Buda sabía muy bien que la iluminación no se puede alcanzar en la opulencia. La austeridad es la condición de toda plenitud (foto: Planeta Holístico
Oración de Navidad 

Noche del 24 de diciembre, mañana del 25, sois como un anzuelo que hace emerger de las aguas abisales otras horas idénticas a lo largo de mi vida. Como los estratos geológicos, como las capas sucesivas de una ciudad, me contenéis desde la niñez y todas las nochebuenas pasan hoy vertiginosamente ante mí. ¡Qué feliz he sido! Pero he sido más feliz cuanto más pobre y desarmado, y por eso, entre tantísimas noches parecidas, destellan deslumbrantes algunas de mi niñez, cuando el magro sueldo paterno volvía extraordinarios un Belén, un mantecado, un villancico, una rodaja de carne. ¡Inmerecidos regalos del Universo!
La pobreza es la condición del disfrute, la condición de la intensidad y también de la sabiduría. No en vano algunos de los dioses más adorados de la humanidad han nacido entre lóbregas ruinas, como el niño cuya venida celebra esta noche medio mundo; como Krisna, que sustrayéndose a otra matanza de inocentes, nació en una prisión; como Sakyamuni, que huyendo del lujo y de los placeres quiso convertirse en un hambriento asceta para alcanzar la iluminación; como Mahoma, que trascendió los límites terrenos en una recóndita cueva del monte Hira; como Mandela, que creció sobre sí mismo en un inacabable presidio. La opulencia es una droga que turba los sentidos, que estupidiza, que nos hace dormir en el deseo continuo, la ansiedad y la codicia, hurtándonos la magia del mundo, su misterio, la visión de sus mecanismos ocultos.
Noche amada, pon hoy en mí aquella intensidad. Quiero una noche rotunda, tan plena que dure eternamente, tan honda que vea cómo en cada ínfima cosa se agitan billones de partículas, tan clarividente que me aperciba de que una mota de polvo contiene el universo, tan invisible que pueda ver cómo mis pensamientos tocan a un niño de un poblado de África, escuchan a un viejo en un suburbio de América, confortan a una mujer en una aldea de la India.
Mágica noche, tráeme una mañana nítida, cristalina, como si fuera la primera mañana del tiempo, como si nunca antes se hubiera abierto la luz, haz que me maraville del milagro de un nuevo día y que la magra cena de hace unas horas haga singular un almuerzo rodeado de los seres queridos, los que se han ido, los que están, los que estarán. Haz que las palabras, la conversación, las risas, las confidencias lo rieguen todo como la más deliciosa de las salsas. Quiero que hasta los momentos tristes, las quebrantadas historias, las amargas tragedias, sean vistos con belleza porque son el único pasadizo hacia la plenitud.
Ubicua noche, incluso para un agnóstico como yo, eres una noche crucial, porque constituyes el símbolo de que quien no pasa por la penuria no ha sido alumbrado sino que permanece dormido en el inconsciente y está por tanto vedado para la apoteosis. Por eso los dioses y los grandes hombres han nacido entre escorias, huyendo de persecuciones y matanzas. Extraño que el desamor visceral engendre en algunos seres un empático amor hacia la humanidad.
Prodigiosa noche, que todo sea visto hoy a través de ese amor. Si me concedes el regalo, un solo trozo de pan será para mí el más maravilloso manjar. Lo demás te lo devuelvo. ¡Noche germinal, gracias por acunarme en tu seno!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 24 de diciembre, 2013

martes, 17 de diciembre de 2013

HERÁCLITO

«Rafael Guillén es el mejor poeta español» 

Rafael Guillén (foto: El Callejón del Gato
Heráclito 

Rafael Guillén es el mejor poeta español contemporáneo y por eso esgrime la humildad de lo genuino. Ante los tornasoles impostados de quienes juegan a la literatura, él posee una luz propia y secreta. Lo primero porque es un genio, y lo digo sin que mis palabras puedan resultar sospechosas, porque no pretendo nada de él ni deseo utilizar mi juicio como tanto crítico venal usa los elogios, para aumentar su círculo de influencia. Y lo segundo porque, como todos los genios, le da vueltas a la realidad, la ase desde perspectivas desconocidas y, dado el analfabetismo imperante, no es cabalmente entendido y muchos se quedan en la superficie, sólo en lo “bonito”, incapaces de atisbar lo sublime, lo abismal, lo incognoscible. Colgados de Facebook, sus versos no serían rubricados con muchos Me Gusta mientras otros ramplones o simplemente irrisorios exhiben legiones de admiradores, sin duda porque en Facebook nadie lee nada que tenga más de dos líneas, o porque es un mercadeo de favores que los pardillos se trabajan infatigablemente, y también porque muchos de ellos se crean falsos alter egos para alabarse a sí mismos.
Sí, son malos tiempos para un poeta genial, y sin embargo Rafael Guillén lo es, está aquí, es el mejor poeta español, el que plantea una apuesta más arriesgada, el más bello, el más sereno, el que más nos embarga de sentimiento y humanidad. Crecida su obra en tiempos de una ingenuidad rayana en el mongolismo, con la mirada de los funcionarios del verso detenida en los espejismos, Guillén tuvo el valor de resistir, no creyó en las apariencias y las trascendió para llegar al “otro lado de la niebla”, título de su último libro (Salto de Página), es decir, entró en el pleno reino del misterio, en los fundamentos de la realidad, en el magma invisible del que emanan tanto la Historia como nuestros avatares, proponiéndonos un viaje lleno de vértigo hacia lo sutil, corazón de la existencia. Su libro es un tratado de física, es decir, un compendio de pura y arrebatadora Poesía.
Lo he leído como no leía en muchos años algo, como si me fuera la vida en ello, presintiendo que en él está la clave para conocerme y conocer el universo. Guillén lo ha logrado no sólo contra la mentada galerna de costumbrismo garbancero, sino  venciendo el peso de una ciudad de provincias donde la excelencia es vista con recelo, el mundillo literario compuesto en su mayor parte de aficionados y trepas conspira permanentemente para que lo singular se diluya, y donde los contados elogios que se prodigan suelen ser babosas alianzas tácticas. ¡No en vano ha debido recorrerse medio mundo! Ha sido su forma de zafarse de tan ciclópea gravedad, de volar libre de ataduras, de transitar los caminos que guardianes de la ortodoxia o de la pía mediocridad le habrían vedado. La prueba de su independencia es pues este gran libro de aventuras o de experimentos o de ciencia o de literatura o de filosofía; este gran y hondo libro de arrebatadora belleza.
Así que Guillén es el mejor poeta español. Tiene la desgracia de vivir a nuestro lado y que nos crucemos con él. ¡Tal vez por eso le ocurre como a Heráclito, que estuvo en Atenas y nadie lo conoció!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 17 de diciembre, 2013

martes, 10 de diciembre de 2013

LA CENA DE TINY TIM

«La literatura alimenta» 

La Agencia Literaria Sandra Bruna ha creado la camiseta que lleva puesta Tiny Tim para que los niños necesitados sean tan felices como él cuando Mr. Scrooge se desprende de su avaricia. Montaje fotográfico sobre una escena de la película "Cuento de Navidad" (Robert Zemeckis, 2009) 
La cena de Tiny Tim 

Todas las nochebuenas evoco a Tiny Tim, el pequeño enfermo de “Un cuento de Navidad”, de Dickens, que desde tiempos inmemoriales releo por estas fechas embargado siempre de la misma magia, asombro y descubrimiento. El pequeño Tim está enfermo y su desnutrición agrava el mal, aguardándole la muerte… a no ser que el avaro Mr. Scrooge se apiade de él. ¡Y el milagro ocurre! Conmocionado por su miserable existencia, Mr. Scrooge comprende que sin generosidad la riqueza es una ominosa cárcel.
            ¡Cuántos Tiny Tim no conviven con nosotros en este tiempo de crisis! Pero como en la historia de Dickens, el milagro aguarda agazapado. Entre las manos que manejan la varita mágica, está la de Sandra Bruna, una de las mejores agentes literarias del país, inagotable fuente de nuevas ideas, que se ha propuesto con su admirable tenacidad que no haya un solo niño en España que pase hambre… ni que haya un solo español que no digiera pensamientos nutritivos, de modo que nadie flaquee de inanición ni naufrague en la mediocridad.
“La literatura alimenta”, dice Sandra Bruna, y ciertamente la literatura que promueve alimenta como un milagro de los panes y los peces: alimenta las mentes y alimenta a los niños. Para lo primero, Sandra tiene la rara habilidad de descubrir lo original y proveer las vitaminas con cuyo aporte más se pueden beneficiar los espíritus actuales. Para lo segundo, ha sido tan decidida como para diseñar unas camisetas que proclaman que “la literatura alimenta” y cuyo importe irá íntegro a la fundación Educo, que no quiere niños asaeteados de punzadas en el estómago ni estas navidades ni después, aunque el envite se hace ahora, época de banquetes y celebraciones.
La literatura alimenta, sí, y si no fuera por el vértigo de los buenos libros, por las perspectivas impensadas y renovadoras de los escritores pioneros, nos gangrenaríamos y el mundo sería una permanente hoguera de autos de fe. Y si no fuera por los alimentos que conseguirán las t-shirts, una parte de los niños de hoy, hombres del mañana, no podrían pensar, no sabrían qué es la imaginación, no entenderían el poder de la fantasía, porque el hambre es una dictadora cruel. Y esto es lo que nos sirve Sandra Bruna: amor. Amor en forma de palabras. Palabras que se transforman en alimentos por la fuerza del amor.
Yo me cenaré una de estas camisetas. Y alimentaré con ellas a los míos. Estaré aliviando así la penuria de algunos niños al tiempo que proclamo que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de su boca, y este será mi doble banquete de Navidad. Porque comemos para pensar mejor y no puede haber una buena cena que no nos inunde de pensamientos. Si son tristes, la literatura puede volverlos dichosos. Sin son dichosos, la literatura los expandirá incalculablemente. Como con la historia de Dickens: si  no la ingiriera cada año, mis navidades serían inanes.
Me pondré la camiseta, la colgaré del árbol, la pincharé en las enaguas del Belén. Y junto a los turrones, pondré un libro. ¡Que Tiny Tim se sumerja en la delicia de un pavo asado y en los misteriosos espíritus que transforman para siempre al agrio Mr. Scrooge! La literatura alimenta. La literatura transforma.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 10 de diciembre, 2013


Si estás interesado en obtener camisetas (6 € unidad más gastos de envío), puedes solicitarlas: 
Llamando al teléfono (+34) 93 368 17 51
Escribiendo al email ltarradas@sandrabruna.com

martes, 3 de diciembre de 2013

CON... CIENCIA

«El siglo XX y el siglo XXI frente a frente» 

Edición facsímil del discurso con el que el científico, ingeniero y político Emilio Herrera ingresó en la Academia de Ciencias de España, editada por la Universidad de Granada con presentación y estudio preliminar de Elvira Martín Suárez y Emilio Atienza Rivero 
Con... ciencia 

Feliz decisión la del rector de la Universidad de Granada de publicar en edición facsímil el discurso con el que Emilio Herrera –inventor, matemático, piloto y político granadino- ingresó en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Laudable cómo la Universidad ha apoyado y se ha servido de ejemplo de este hombre genial, riguroso, polifacético y fiel a su palabra, creando primero, en el 2001, el Premio Emilio Herrera Linares de investigación científica y tecnológica, y dando ahora su nombre al Aula de Ciencia y Tecnología, lo que contrasta con el obcecado silencio del Parque de las Ciencias. ¿A qué se debe tamaño contraste, reconocimiento clamoroso por una parte, olímpica ignorancia por otra?
            Para Ernesto Páramo, director del Parque de las Ciencias, Herrera es “sobre todo un ejemplo de compromiso cívico y político”. En consecuencia, “la admiración que sentimos por él no debe llevarnos a magnificar su contribución a la historia de la ciencia” (IDEAL, 13-V-10). Sin embargo, Elvira Martín Suárez, directora de la mentada Aula de Ciencia y Tecnología, resalta el gran conocimiento que éste tenía “de las Matemáticas, la Física, la Química, la Meteorología, la Metalurgia”, afirmando además que “la NASA utilizó sus diseños para la fabricación de los trajes espaciales”. ¿No merecería nada más que por esto un lugar en el Parque?
            La clave del contraste, para mí, es el enfrentamiento de dos cosmovisiones. La primera, la del fenecido siglo XX, sostenida por el director del Parque de las Ciencias, que precia fundamentalmente la especialización y recela de la multidisciplinariedad y el polifacetismo. En otras palabras, considera al científico como un ser puro, ajeno al mundanal ruido y entregado exclusivamente a ahondar en su campo. Según esta perspectiva, a Emilio Herrera no sólo le perjudicarían sus vastos intereses interdisciplinares, sino también su histórica y rotunda trayectoria política, un monárquico fiel a la República que llegó a ser presidente de ésta en el exilio, cuyo peso oscurecería sobradamente su labor científica.
            Según la perspectiva del siglo XXI, sin embargo, que es sin duda la de la Universidad, tanto la ciencia como la política provienen de la búsqueda de un mundo nuevo y mejor, del ansia de descubrimientos tanto tecnológicos como psicológicos o políticos para hacer crecer al ser humano, y, en este sentido, el científico no puede ser un sujeto puro, limitado a sus investigaciones canónicas, sino también un hombre de acción, comprometido con la vida, es decir, un militante en el pleno sentido de la palabra, como lo son hoy Stephen Hawking, Richard Dawkins, Edward O. Wilson, Brian Greene… hasta el punto de que los nuevos científicos han comenzado a ejercer como redivivos hombres renacentistas y, en numerosos aspectos, representan la vuelta del perdido Humanismo. Emilio Herrera fue uno de ellos, adelantado como en tantas cosas a su tiempo, igual que Emilio Atienza, su apasionado biógrafo y difusor.
            Estamos de enhorabuena, pues, porque sería terrible que nuestra Universidad no fuera con los tiempos. Una ya significativa minoría de sus investigadores representa hoy lo más dinámico de nuestra sociedad. El presente, a pesar de la amenaza de herrumbrosos puñales, se abre paso. La ciencia se hace con la vida, con los seres humanos, con la curiosidad humana, con la acción humana sobre la Historia. La ciencia es con… ciencia.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 3 de diciembre, 2013

martes, 26 de noviembre de 2013

NIÑO

«¡Hacía lustros que no veía la plenitud de una infancia sin codicia!» 


Niños que siguen siendo niños (foto: CLADH
Niño 

¡Cómo sonaban sus voces! Fue un regalo en el lugar más impensable, en el autobús que partió hacia Granada desde la madrileña estación de Méndez Álvaro a las 11:30 del pasado sábado, algo así como un arca de Noé donde se concentraban todas las etnias del planeta y era difícil saber dónde te encontrabas a no ser por los carteles de la carretera. Entre aquellos ciudadanos del mundo, un matrimonio latino con su pareja de retoños, un chico y una chica que no habían sobrepasado los diez años, sentados un par de hileras detrás de mí. No sólo fue su educación austera, tan diferente de la de gran parte de los niños españoles, consentidos y caprichosos, siempre como ofuscados, con una extraña y permanente irritación, como si vindicaran algo, como si culparan por su mera existencia. Tampoco llevaban una consola o un móvil, sino que estaban desnudos ante la realidad, no absortos agónicamente en un ingenio electrónico, se tenían a sí mismos portando un tesoro invisible pero fabuloso, su forma apasionada de mirar el mundo, su aceptación sin límites, de modo que eran como unos aventureros que se hubiesen adentrado en una selva virgen.
¡Hacía lustros que no veía tanta plenitud! La plenitud de una infancia sin codicia, cuando la ausencia de artilugios y sobornos paternos te  hace poseedor de todo. Y esa incalculable riqueza emergía en cada una de sus palabras, que sonaban como una turbarada de oxígeno, como el sol al mediodía, como una fría y estrellada noche al confort de las sábanas. Iban diciendo adivinanzas, memorizadas unas, inventadas ingenuamente otras, y la maravilla del castellano estallaba ante mí, como si nunca hubiera conocido esta lengua y me adentrara de súbito en su sonido argentino, metálico, sibilante, con una entonación exótica proveniente de algún país centroamericano. En sus respuestas decían “blanco”, “azul”, “rojo”, y sus vocablos salían de tal forma que ni Mondrian, el sabio de los colores planos, pudo captar hasta tal punto su esencia.
Era una música que se me quedó en los tuétanos y que me devolvió una lengua cuyo expolio, desdeño y mal uso me ha hecho sentir conmiseración. Pero no, allí estaban estos niños y su madre que los alentaba sutil y dulcemente, con entrega y sin esfuerzo, y de súbito sentí que aquí radicaba nuestro futuro y que era como si los conquistadores españoles hubieran ido a América a depositar el rumbo en manos de los indígenas y ahora éstos vinieran a corregir tanta desorientación. Extraño que las víctimas de un tiempo sean los guías en otro.
Impresiones, sí, pero el placer del viaje, la inmersión en la fantasía, la contagiosa dicha proveniente de lo simple, fueron reales, y, en este sentido, el tiempo transcurrió al revés: de Madrid partió un adulto escéptico que se fue rejuveneciendo conforme transcurrían los kilómetros y que, al descender en la estación de Cartuja, era ya un niño. El mismo niño ilusionado y  lleno de fe que fue hace muchos lustros.
¡Cuánto me gustaría buscar a estos chavales en Dúrcal, hacia donde debían proseguir, y saber de ellos y recomendarles a los chicos de su entorno que se hicieran amigos suyos! Si un contumaz adulto se había metamorfoseado en niño en el espacio de unas horas, ¿qué maravillas no podrían ocurrir en ellos?

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 26 de noviembre, 2013

sábado, 23 de noviembre de 2013

"AL LORO" CON EL CHOCOLATE

«Ya hay quien le está dando chocolate a las ratas» 

Según los autores del texto, "ya hay quien, basado en nuestro y otros ‘papers’, le está dando chocolate a las ratas" (foto: dreamstime
Al loro con el chocolate 

RESPUESTA DE LOS AUTORES DEL ARTÍCULO PUBLICADO EN “NUTRITION”  A LA CARTA AL DIRECTOR DE GREGORIO MORALES “ELCHOCOLATE DEL LORO” 

Sr. Director de IDEAL:
Nos lo advierten los compañeros, los amigos…Hay que dejarlo estar… Es peligroso… Cuando la toma con algo o alguien no para… Su pluma es florida y vistosa pero también afilada y correosa. Podíamos no responder pero lo vamos a hacer. Sobre todo porque nos divierte, nos gusta. Es más, nos halaga que alguien así se fije en lo que hacemos, aunque sea para criticarlo. Criticar lo no criticable, por ya suficientemente criticado. Ni nosotros, con lo críticos que somos, íbamos a intentar publicar un trabajo de cuyos resultados no estuviéramos seguros. Ni en ‘Nutrition’, con lo crítica que es, iban a aceptar algo tan ‘increíble’ si le faltara rigor. Es sabido, ‘referees’ y editores de las revistas científicas son como pájaros de presa (7 ‘referees’, 3 editores para este artículo; mareándonos casi un año antes de publicarlo). En la posición más alta de la cadena científico-alimentaria con sus temibles picos y garras, de manera anónima, desmenuzan y destrozan los trabajos que caen en sus manos. Solo escapan, y ven la luz, los que han demostrado tener interés y rigor científico. A los científicos, que somos hombres de letras, nos gusta escribir y publicar lo que hemos investigado. Pero no para que se tome como dogma sino para que se siga investigando. Para tener las cosas claras…
…Y el chocolate espeso. Tan espeso que es fácil la confusión, es fácil llevarse a engaño, por el color, por la forma, por el sabor. Del color mejor no hablamos, es cuestión de  gustos. Y hay que ser políticamente correcto. Las formas pueden ser muy variadas, puede ser un polvo volandero o una tarta de diseño. Ambos para tomar (con moderación), no para mirarlos y quedarse con las ganas. Lo mismo con los trabajos científicos. Así que nos alegramos de que, por fin, el Sr. Gregorio Morales se haya atrevido con nuestro ‘chocolate-paper’ y comprobado que tiene mucho trabajo detrás. Que los ‘papers’ no se hacen como churros (para tomar con chocolate). Ha comprobado que analizamos los puntos débiles del estudio. Y le agradecemos que haya citado algunos. Nosotros, mejor que nadie, los conocemos. Y hemos puesto doble ración de Theobroma (en sentido etimológico-figurado, que no es precisamente una broma). Por tanto, nuestro chocolate-paper no se va a venir abajo, ni se va a derretir. Pero hay que estar ‘al loro’ y seguir investigando. Y ya hay quien, basado en nuestro y otros ‘papers’, le está dando chocolate a las ratas. Menuda broma para las pobres ratas, con la de voluntarios que habría para tomar chocolate... Las formas del chocolate a veces confunden, puede parecer un huevo pero no lo es. De la misma manera, la corrección por múltiples-test y pérdida de significación estadística puede parecer que es que si hacemos más test perdemos la significación pero no lo es. Es que si hacemos más test (un huevo de test, digamos) puede aparecer por casualidad significación. Y esto hay que tenerlo en cuenta y ser estrictos con la P (P es la inicial de probabilidad, no de otra cosa).
Por último, el sabor. El cacao es bueno, pero amargo y áspero. El azúcar, dulce pero malo, no hay duda. A través de la insulina, determina obesidad, lo llevamos investigando 35 años y el Sr. G. Morales lo explica muy bien. Ahora bien, si se mezclan el bueno del cacao con la mala del azúcar, puede ser que lo malo pueda con lo bueno (lo normal), pero también que lo bueno pueda con lo malo (lo extraordinario), o que la cosa se quede en tablas (tabletas, en este caso).Y hay que estar ‘al loro’ y abierto a cualquier posibilidad. No sea que pase como con aquel que juntó un burro grande y flojo con una burra chica y trabajadora, esperando que tuvieran burros grandes y trabajadores pero salieron burros chicos y flojos.
Y no es que utilicemos metáforas jocosas por no debatir de ciencia. Es que hay que estar siempre ‘al loro’ y buscar la enseñanza que encierra la metáfora; y el rigor (con punto de ironía) que se esconde tras la broma (la theobroma). Es como darle formas divertidas al chocolate. Porque la diversión es buena. Diversión que, como el chocolate, en su justa medida, tiene efectos positivos sobre nuestra salud y bienestar. Y aquí encaja perfectamente la fábula del chocolate del loro, no sea que, por ahorrar, lo único que hagamos sea quitarle el chocolate al loro. Con lo (theo) bromistas que son los loros.

M. J. CASTILLO, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA Y M. CUENCA GARCÍA
GRANADA
Diario IDEAL, CARTAS AL DIRECTOR
Viernes, 22 de noviembre, 2013


SECUENCIA DE ARTÍCULOS

-"Chocolate envenenado" por GREGORIO MORALES

-"¿Quién ha envenenado el chocolate?" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA Y M. J. CASTILLO

-"Chocolate sin cacao" por GREGORIO MORALES

-"Cacao... mental" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

-"El chocolate del loro" por GREGORIO MORALES

-"'Al loro' con el chocolateM. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

jueves, 21 de noviembre de 2013

TERREMOTOS

«El ganador de Almuñécar puede incurrir en aquello que los griegos llamaban hibris» 

Un solo acertante... ¡y cien millones de euros! en el sorteo de los Euromillones del viernes 15 de noviembre 2013 (foto: IDEAL
Terremotos 

Vivimos en tierra sísmica. Tenemos terremotos un día sí y otro también, el último el sábado en Atarfe. Uno ha crecido sintiendo temblar las casas, siendo bruscamente zarandeado en la cama, viendo cómo de pronto las lámparas bailaban. ¡Pero qué leves son los terremotos telúricos comparados con los vitales, con los psíquicos! Un día abrazas a un ser querido y al día siguiente se ha marchado para siempre. Un día estás feliz y al día siguiente te abruma la más feroz depresión. Un día eres pobre de solemnidad y al día siguiente te han tocado cien millones en la Primitiva, como a ese vecino de Almuñécar al que buscan ávidos bancos.
No, no estamos libres de los terremotos, de unos salimos ilesos pero otros nos dejan marcados. Incluso la pérdida se suaviza con el tiempo, pero lo de convertirte en Creso en diez segundos puede ser demoledor. ¿Qué hará una persona acostumbrada a rascarse los bolsillos cuando pueda gastar indiscriminadamente? ¿Cómo se comportará un sufrido ciudadano con el poder que proporcionan cien millones de euros? Una cosa es acostumbrarse progresivamente a la riqueza y otra que te caiga como una maceta sobre la mosta.
El afortunado ganador de Almuñécar puede incurrir en aquello que los griegos llamaban hibris, un sentimiento desbordante de orgullo, una tifónica ola de soberbia, una desmedida creencia en la fuerza personal que arrambla de pronto con las convenciones y que siempre acaba en el abismo. Es la ley del péndulo. Cuanto más se ha contenido uno, cuantos más aros ha debido engullir, más se expande hacia el otro extremo y es como un devastador terremoto de esos que no hemos visto desde el de Alhama de 1884.
¡Y no hay que gastarse un euro! Basta con la creencia de que al fin se ha hecho justicia con uno y que ya está bien y ha llegado la hora de no padecer. Y entonces el “afortunado” se lanza a una lunática carrera de despropósitos y errores. Dolido deja a sus familiares cuando comprueba que el dinero que les ha regalado no le granjea más amor, sino envidia y desdén. Abandona a sus amigos cuando se percata de que el dinero no sólo no puede comprar su amistad, sino que constituye un serio obstáculo. Desarraigado, se confía a quienes le halagan y es engañado y traicionado una y otra vez. Busca con desesperación refugio en los bienes materiales y se compra coches, apartamentos y casas, pero se angustia cuando observa que sólo puede llenarlos venalmente, que su experiencia está siempre mediatizada por el dinero, y se aterra al comprobar que allá a donde va tiene que encontrarse a sí mismo ¡al único que no puede sobornar! Entonces pone pies en polvorosa montado en los euros y, cuanto más lejos cree estar, más desconsolado, más desorientado, más separado de la realidad.
¡Llegará el tiempo en que maldiga su suerte! Siempre llega un tiempo así, pero entonces hay un apego tan feroz al dinero y a la posición social que proporciona, que ya no puede hacer nada sino arrostrar la corrosión y prepararse para los sucesivos terremotos que habrán de sobrevenir. ¡Y a pesar de todo yo querría que este terremoto sucediera en mi vida! Pero mientras tanto me conformo con salir indemne de las aleves movidas sísmicas granadinas.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 19 de noviembre, 2013

martes, 19 de noviembre de 2013

EL CHOCOLATE DEL LORO

«¡Ay si los miles de ratas que han padecido experimentos se levantaran de la tumba!» 

Estudio sobre la obesidad con ratas de laboratorio realizado por el dr. Alex Valenzuela (foto: MEDwave
El chocolate del loro 

NUEVA Y ÚLTIMA RESPUESTA DE GREGORIO MORALES A LOS AUTORES DEL ARTÍCULO PUBLICADO EN NUTRITION "ASSOCIATION BETWEEN CHOCOLATE CONSUMPTION AND FATNESS IN EUROPEAN ADOLESCENTS"

Sr. Director de IDEAL:
Algunos lectores deben de estar divertidos por esta polémica sobre el chocolate mantenida con un grupo de investigadores de las facultades de Medicina y Deporte de la Universidad de Granada. Y no es para menos, porque mientras yo he tratado de ser lo más aséptico posible por aquello de debatir con la ciencia, ellos han hecho alarde de singulares dotes literarias (¡chapó!), tal vez porque conocían bien las fallas, carencias y defectos de su estudio, y por tanto sólo podían poner énfasis en las metáforas y quizá también en el tono jocoso, motivado probablemente porque un hombre de letras había entrado en su campo. Y como suponen que ni los lectores ni el hombre de letras entienden su secreto reino, creen que lo pueden confundir como quien espurrea chocolate ante los parroquianos. Pero no puedes dar chocolatazos sin llenarte tú mismo, y de esta forma han proyectado sobre mí su propia confusión.
Primero mantuvieron silencio ante el tendencioso titular, masivamente difundido, de que “el chocolate adelgaza”, y sólo alzaron la voz cuando este mensajero dijo que no era ni podía ser así, y que, además, tan falaz noticia sólo agravaría la epidemia de obesidad que padecemos, de la que el azúcar (con la que se mezcla en grandes proporciones el chocolate) es una de las responsables. Luego me acusaron de no leer su estudio, cuando lo que hice no fue sino señalar las fallas que ellos mismos exponen: posibilidad de respuestas engañosas de los encuestados, limitación de los días tasados (¡sólo dos!), indeterminación del chocolate ingerido (¡del que encima excluyen el negro!), y la siguiente confesión: “Algo a tener en cuenta –afirman al final del trabajo- es que las asociaciones reportadas en este estudio [entre consumo de chocolate y bajo índice de masa corporal] podrían ser estadísticamente no-significativas tras una corrección por múltiples test”, es decir, ¡que un mayor número de test podría dar al traste con las ya de por sí precarias conclusiones!
Para mí, el edificio entero queda de esta forma derruido. Resulta sencillamente imposible que el chocolate indiscriminado, con su alta cantidad de azúcar, esté asociado a menos grasa y un índice de masa corporal más bajo. Otra cosa es el cacao puro. Si los nuevos estudios que se están llevando a cabo por la Nutrition Science Initiative resultan exitosos, se demostrará que no son las calorías las que engordan, sino el índice glucémico, de forma que la sandía, con pocas calorías pero de índice glucémico alto, estaría prohibida en un régimen de adelgazamiento, mientras el cacao, con muchas calorías pero de índice glucémico bajo, estaría permitido. ¡Pero jamás el azúcar, jamás! El estudio de los investigadores granadinos, en mi opinión, toca la verdad, pero la malinterpreta y la limita al no incardinarla en otros pioneros y más generales estudios.
Por lo demás, estos investigadores hablan de los antioxidantes como una de las virtudes del chocolate, cuando hoy día parece demostrado que se trata de un mito tan falso como lo fueron el éter o el flogisto. Y finalmente resulta lamentable que, en su contestación, adjudiquen a las encuestas los hallazgos de la relación entre tabaco y cáncer de pulmón o alcohol y cirrosis. ¡Ay de ellos si los miles de ratas que han padecido experimentos se levantaran de la tumba! Toda relación que no se demuestre experimentalmente es una hipótesis. Para testarlas están precisamente los laboratorios. Y a veces se testa en humanos, como ocurrirá en la experiencia de la Nutrition Science Inititative. Pena que lo de este equipo granadino sea el chocolate del loro, es decir, darle un tartazo al ínfimo mensajero para no entrar a fondo en la fragilidad de su estudio.
En lo que a mí respecta, dejo aquí la polémica. Ha sido un honor tener a estos científicos como interlocutores (¡excelentes, a pesar de sus debilidad muy humana por un día de gloria!) y ojalá hubiera más polémicas como ésta en los diarios. Después de todo me siento retribuido por sus respuestas, porque sólo se discute de lo que uno considera importante. Y para mí, su estudio sin duda lo es.

GREGORIO MORALES
GRANADA
Diario IDEAL, CARTAS AL DIRECTOR
Lunes, 18 de noviembre, 2013


SECUENCIA DE ARTÍCULOS

-"Chocolate envenenado" por GREGORIO MORALES

-"¿Quién ha envenenado el chocolate?" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA Y M. J. CASTILLO

-"Chocolate sin cacao" por GREGORIO MORALES

-"Cacao... mental" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

-"El chocolate del loro" por GREGORIO MORALES

-"'Al loro' con el chocolateM. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

domingo, 17 de noviembre de 2013

CACAO... MENTAL

«¡Qué cacao se está montando!»

Los autores de esta Carta al Director de IDEAL achacan a Gregorio Morales "cacao mental" (foto:  Chocolat Factory
Cacao... mental 

NUEVA RESPUESTA A GREGORIO MORALES SOBRE SU CARTA AL DIRECTOR "CHOCOLATE SIN CACAO" EN TORNO A SU COLUMNA "CHOCOLATE ENVENENADO


Sr. Director de IDEAL:
            ¡Qué cacao se está montando! Primero que si el chocolate estaba envenenado (IDEAL,29-X-13). Después preguntamos que quién lo había envenenado (IDEAL, 9-11-13); y ahora, el sr. Morales nos aclara que no tiene cacao (IDEAL, 11-11-13), y nosotros se lo agradecemos. Pero lo que verdaderamente sería de agradecer es que se decidiera a leer nuestro artículo (Nutrition:http//dx.doi.org/10.1016/j.nut.2013.07.01), no sea que le pase lo que a aquel miembro de un jurado literario que se negaba a leer las obras a concurso “para no dejarse influir”. Que se lea lo que escribimos es importante, y por eso alzamos la voz cuando se nos atribuye lo que no decimos. Como hemos hecho siempre que se nos ha dado oportunidad. Aunque eso no se haya leído u oído, y se piense (como en el “síndrome del transistor”) que hemos guardado silencio, pero es que la emisora sigue emitiendo aunque uno apague la radio.
            Que los trabajo científicos sean objeto de cuestiones y crítica es el pan (con chocolate) nuestro de cada día. Lo hacen los compañeros, los editores y “referees” de las revistas que los analizan y critican a fondo antes de publicarse (el nuestro, durante casi un año), y después vienen la cartas al director. Por cierto, invitamos al Sr. Morales a que exponga sus críticas en una carta al editor de la revista “Nutrition”, y así poder debatirla científicamente. Porque como bien dice, en ciencia es exigible, y se practica la crítica, pero es preciso leer antes de criticar.
            Si eso lo hubiera hecho el Sr. Morales, sabría que nos hemos preocupado por saber si los adolescentes decían lo que comían, pero no tanto porque fueran adictos al chocolate (que sería algo anecdótico y diluido entre los casi 1.500 sujetos estudiados), sino por los más abundantes posibles “underreporters”, porque tienen sobrepeso. Y sabría también que dedicamos la mitad de la discusión a criticar nuestros propios resultados, resaltando limitaciones y diciendo que se tomen con cautela.
            Cautela que en ciencia lleva a huir de dogmatismos y afirmaciones categóricas, para preferir otras del tipo “podría ser” que el señor Morales tanto denosta. Porque hay que dejar no ya resquicios, sino ventanas a otras posibilidades que no son las esperables, las que todo el mundo cree o la que uno imagina. La investigación científica se basa precisamente en eso: en la ruptura de paradigmas y establecimiento de nuevas hipótesis que han de ser contrastadas. Por eso hay resultados revolucionarias, como los que se deriven de la Nutrition Science Initiative, en donde es previsible que nos llevemos muchas sorpresas.
            Y una vez descartada la invalidez del estudio por intereses ocultos de la industria, o de Paquito el chocolatero, ahora queda invalidarlo porque se basa en lo que responden subjetivamente los sujetos. Y esto para el Sr. Morales es inadmisible, es una ficción. Por este mismo motivo deberían quedar invalidados los estudios que han puesto de manifiesto la relación entre tabaco y cáncer de pulmón (porque nadie ha contado las colillas de los fumadores), ni la relación entre alcohol y cirrosis, ni ningún estudio nutricional realizado hasta la fecha, ni relativo a síntomas, o a bienestar o muchos de psicología. En definitiva, todos basados en lo que nos dicen los sujetos, o reflejan las encuestas. O sea, un antes y un después en ciencia. ¡Menudo cacao!

M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA Y M. J. CASTILLO
GRANADA
 Diario IDEAL, CARTAS AL DIRECTOR
Jueves, 14 de noviembre, 2013


SECUENCIA DE ARTÍCULOS

-"Chocolate envenenado" por GREGORIO MORALES

-"¿Quién ha envenenado el chocolate?" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA Y M. J. CASTILLO

-"Chocolate sin cacao" por GREGORIO MORALES

-"Cacao... mental" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

-"El chocolate del loro" por GREGORIO MORALES

-"'Al loro' con el chocolateM. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

sábado, 16 de noviembre de 2013

CHOCOLATE SIN CACAO

«El estudio de los investigadores granadinos es chocolate sin cacao, es decir, una ficción»

Sucedáneo de chocolate (foto: Dulcistar) 
Chocolate sin cacao 

RESPUESTA DE GREGORIO MORALES A LA CARTA AL DIRECTOR "¿QUIÉN HA ENVENENADO EL CHOCOLATE"

Sr. Director de IDEAL:
Agradezco a los investigadores de las facultades de Medicina y Deporte de la Universidad de Granada la respuesta a mi artículo “Chocolate envenenado” (29-X-13), pero resulta significativo que hayan guardado silencio ante los titulares manifiestamente tergiversados que daban cuenta de su estudio, unos titulares que aseguraban que “el chocolate adelgaza”, y, sin embargo, alcen la voz cuando se disiente de sus conclusiones. Se diría que para ellos su prestigio es prioritario a deshacer el equívoco. En cuanto a las precisiones que me hacen, bastan de por sí para invalidar el estudio. Al basarse en algo tan vago como la ingesta indiscriminada y sin control de chocolate por un grupo de jóvenes, contando además únicamente con su testimonio personal por medio de tests, los resultados se desvalorizan. Podría ocurrir por ejemplo que los jóvenes adictos al chocolate fueran remisos a confesar su consumo asiduo (por la condena social que conlleva), mientras que quienes de vez en cuando lo ingieren no tuviesen reparos en proclamarlo, apareciendo entonces los primeros como los que menos chocolate ingieren y los otros como los que más. No digo que sea así, pero un experimento científico no debe dejar resquicio a un solo “podría ser”.
Al descansar pues el experimento en las respuestas subjetivas de los participantes, todo lo demás queda invalidado. Es, por poner un símil relacionado, como el chocolate sin cacao, es decir, una ficción. La deontología científica determina una estricta medición en todos los escalones de un experimento, no dejando jamás  ninguno de ellos al albur o al testimonio de los intervinientes.
Afortunadamente la comunidad científica es de una autocrítica modélica, y estoy seguro que antes o después surgirán voces señalando las carencias de experimentos así que, cierto, se realizan con métodos parecidos en todo el mundo, pero para un estudio verdaderamente significativo hay que controlar la alimentación efectiva de los sujetos, como hará el proyecto que promueve la Nutrition Science Iniciative sobre las causas de la obesidad y que, éste sí, promete ser revolucionario (ver “Scientific American”,septiembre 2013, pp 52-55).

GREGORIO MORALES
GRANADA
Diario IDEAL, CARTAS AL DIRECTOR
Lunes, 13 de noviembre, 2013



SECUENCIA DE ARTÍCULOS

-"Chocolate envenenado" por GREGORIO MORALES

-"¿Quién ha envenenado el chocolate?" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA Y M. J. CASTILLO

-"Chocolate sin cacao" por GREGORIO MORALES

-"Cacao... mental" por M. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

-"El chocolate del loro" por GREGORIO MORALES

-"'Al loro' con el chocolateM. CUENCA GARCÍA, J. R. RUIZ, F. B. ORTEGA y M. J. CASTILLO

martes, 12 de noviembre de 2013

LA TILLI

«Incluso una campesina analfabeta puede iluminar el corazón humano» 

La Tilli en los verdes campos de Huétor Tájar (Granada), con un azadón en la mano derecha y su libro de poemas "La campesina" (editorial Dauro) en la izquierda (foto: Cadena Ser
La Tilli 

Dicen que apenas sabe leer ni escribir pero eso no le ha impedido publicar a sus 74 años un primer libro de poemas que le han transcrito, versos cándidos, naïfs, pero que son bellos porque laten con el acento de la verdad, como los cuadros de Maripi Morales. Jacinta Ortiz, “la Tilli”, no ha necesitado papel ni lápiz para pergeñar sus poemas, sino que los ha escrito en su memoria, ese iPad que ha utilizado la humanidad desde el comienzo de los tiempos y al que no se le agota la batería ni hay que estar mirando cuando se recita un poema, como tantos vates olvidadizos de su lírica.
La Tilli compone y recita de memoria como los bardos antiguos, como un Manuel Benítez Carrasco redivivo, con la antigua magia de la poesía, que a estas alturas del siglo XXI no ha renunciado a ser cantada y cuya esencia tradicional sigue respirando en los tuétanos del pueblo. La Tilli es simple y directa, celebra las cosas de cada día y podría pasar por un poeta de la Experiencia si no fuera por sus rimas, que la acercan a la Diferencia, sólo que de ambas la separa la fidelidad de sus neuronas, aunque no la falta de cultura, porque la poesía se escribe con humanidad y no con títulos universitarios.
Cierto, la Tilli se ha pagado “La campesina” (Dauro) de su propio bolsillo, ¿pero cuántos escribidores que se consideran cabales y que frecuentan los círculos literarios no hacen lo mismo? Pagar por publicar degrada al escritor, pero a la Tilli la dignifica, porque una mujer que ha criado sola a cinco hijos y ha tenido una vida áspera no debe de andar en la abundancia.
Los poetas y escritores pardillos pagan por publicar movidos por la ambición, por sonar en el mundillo, por regalarse una de esas presentaciones panegíricas a las que te invitan para que hagas de palmero y luego les compres el libro, pero lo que la Tilli ha pagado por su amor a la palabra es una afirmación de vida, un clamor de dignidad, un regalo para demostrarnos que incluso una campesina analfabeta puede iluminar el corazón humano; es la constatación de que la vida más hermosa no es la más accidentada sino la más humilde; la corroboración de que se puede llegar a uno mismo sin moverse del terruño y que por tanto los rascacielos no son necesarios.
Es más valiente una vida como la de la Tilli que otra nómada y cosmopolita como la de Rilke. Cuando a partir de ahora los culturetas me hablen de sus estancias en Nueva York, yo pensaré en la Tilli y me sonreiré. Más allá de sus ripios y de sus balbucientes rimas, es universal, y sus experiencias son un antídoto contra la fatuidad. La aparición de la Tilli pone tan en solfa algunos de los inveterados tópicos del mundo literario, que dará que hablar, más aún cuando promete vengarse en un próximo libro de un reciente desengaño amoroso. ¡No le arriendo la ganancia al que la desdeñara!
Entre las retahílas de melifluos poetas, glosadores y pródigos de ditirambos con que se adoban los actos literarios granadinos, me quedo con la Tilli en sus suaves colinas de Huétor Tajar. Se eclipsa el relumbrón… ¡gano las sombras!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 12 de noviembre, 2013