martes, 23 de marzo de 2010

PUERTA REAL 23 - III - 2010


LA BERDAD NO DURA

No hay nada falso o mal hecho o errado que no caiga. Todo lo postizo acaba revelando las carencias de quien lo esgrime. Ha quebrado la construcción sin tasa, con precios desorbitados que se doblaban de un año a otro. Han caído las carreteras mal construidas en este invierno de lluvias. Está cayendo el gobierno de Zapatero, elegido para hacer una mala película de adolescentes, no para gobernar un país. Han caído los vuelos de Rynair, porque no los mantenía la demanda, sino las subvenciones. Se ha desmaterializado el Milenio, porque no era una propuesta sincera, sino un ardid electoral.


No hay ayuntamiento, o diputación, o gobierno que no estén insoportablemente endeudados, hasta el punto de que la quinta generación seguirá pagando con su pobreza el bienestar de que hemos gozado. Nuestra prosperidad era un camelo y se basaba en la explotación de lo que no han nacido aún.

No hay mentira que resista para siempre. Incluso con censura, con amenazas, con extorsiones, con leyes inicuas, con la cárcel o la muerte, la verdad se abre paso. El nazismo no pudo contener la evidencia a pesar de sus crímenes. Ni el estalinismo, que ya llevaba en su seno el cáncer que fulminaría el comunismo. Y no digamos del franquismo y sus santas mendacidades.

La verdad está ahí, en su sitio, y no necesita moverse. Es pétrea, inmutable, arraigada. La mentira viene y la oculta en su niebla. Por unos instantes, o tal vez por largo tiempo, parece verdad. Pero toda niebla se deshace antes o después. Las montañas, sin embargo, perduran. Están ahí, enormes, ciclópeas, inconmovibles, cuando la niebla desaparece.

¡Qué triste es para los mentirosos el momento en que se revela la verdad! Sus patrañas caen hechas polvo a sus pies. La mentira no es sólo que sea inconsistente, versátil y precaria. Es también un boomerang que golpea al mentiroso. Cierto, tal vez tarde tiempo en dar el golpe, pero éste llega sin remedio. No hay excepción.

Una pequeña mentira es lo mismo que una gran mentira. No hay mentiras pequeñas ni grandes, sino mentiras a secas. Las pequeñas mentiras conducen a enormes mentiras, igual que un corpúsculo microscópico condujo al universo.

Lamentablemente España tiene terror de la verdad y se cree protegida por las apariencias. A la sociedad española le empavorece trasponer la carbonilla que sin césar lanzan probos mentirosos desde el gobierno, desde la televisión, desde los parlamentos, desde las instituciones. La mentira pone en la picota a los que no creen en ella, rodea a los disidentes de un halo de victimismo e intolerancia. La mentira es fundamentalista y acusadora.

Pero no es rentable mentir. Lo rentable es decir la verdad. Mentir implica una lucha cruel e interminable en la que siempre se acaba vencido. No hay opción: la verdad prevalece sobre la berdad.

Diario IDEAL, 23 de marzo, 2010

1 comentario:

  1. Y qué decir de la enorme diferencia entre realidad y verdad. La realidad con sus múltiples máscaras de diplomacia, convenciones sociales, reglas y tabúes.
    Pero, es cierto, tarde o temprano cae el velo que cubría la infame lujuria pederástica de sus eminencias. Tarde (a veces demasiado tarde) empiezan a aparecer fosas llenas de cadáveres
    cuyo recuento debería sonrojar a más de una momia.
    El problema de la verdad, es su incómoda presencia -ya lo expresó Moliere en El Misántropo- y sus posibles daños colaterales. No nos interesaría saber lo que los demás piensan de nosotros (¡están todos equivocados, yo no soy ese!) porque, como mínimo, nos incomodaría.
    Lo que más me preocupa de las mentiras políticamente correctas no es su directa consecuencia en la vida ciudadana, sino que alrededor de ellas siempre hay un peligroso grupo de fánaticos de la fe: LOS INCONDICIONALES. ¡cuidado con ellos!
    Fdo. El de siempre.
    ¿Has vuelto ya del nuevo mundo?
    ¿Qué tal el Jet Lag?

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