martes, 26 de julio de 2011

TORPEZA UNIDA

José Antonio Griñán y Diego Valderas: topos en la Junta de Andalucía

Torpeza Unida

Lerdos José Antonio Griñán y Diego Valderas. Creen que la maniobra de quitar a los alcaldes del parlamento andaluz es hábil, y ya se frotan las manos con el gol que piensan le han metido al PP, y hasta deben de relamerse porque fabulan que su debacle electoral será ahora menor. ¡Pero es justo lo contrario!
Al actuar como mamporrera del PSOE, IU dilapida su menguado prestigio. Es vista por los ciudadanos como un partido apéndice. Si votar a IU es como votar al PSOE, ¿para qué votar entonces a IU? Éste magro pan de hoy es el hambre de mañana.
Y en cuanto al PSOE, el oportunismo del ardid es tan palmario, tan obvio su terror al futuro, tanta la codicia soterrada que trasluce, que se volverá radicalmente en su contra.
¡País de políticos cortos de miras! No es sólo Zapatero, aunque lidere el ranking. Le rozan José Antonio Griñán y Diego Valderas. El primero tiene la cualidad de ir apagando la luz por donde va. Es prudente hasta extremos mojigatos con la opinión pública, pero en secreto asesta desesperados palos de ciego. Insomne por la pesadilla de un PP que tira de la manta en el cenagoso asunto de los EREs, trata ansiosamente de cortar su acceso al poder. Pero cuanto más muñe, tanto más se acerca a su destino fatal.
            En cuanto a Diego Valderas, le obnubilan los decorados de cartón piedra. Su mirada se estrella contra las gafas opacas de una ambición pueril, por lo que sólo atisba grandilocuentes paisajes virtuales. Confundido por las apariencias, es incapaz de penetrarlas. Habría que darle unas buenas clases de Anguita, no porque sea del mismo partido, sino porque el antídoto para la vista de topo es la de águila.
            Griñán y Valderas creen que su maniobra puede permanecer oculta bajo probas declaraciones, porque quien es corto de miras, no comprende que los demás no lo sean. Pero los ciudadanos vislumbran con claridad sus pretensiones. Comprenden que, tras el intento de quitar a los alcaldes del parlamento, hay un inconfesable objetivo.
            El insensato empeño de ambos, por lo pronto, ya ha convertido en héroes a los alcaldes parlamentarios del PP. Pues basta prohibir una cosa para ensalzarla. Tras la miope iniciativa, si los alcaldes no pueden ir a las próximas elecciones, serán unos mártires, y su ausencia gravitará sobre la campaña magnificando a los candidatos del PP. Si, por el contrario, Griñán y Valderas dan marcha atrás, la presencia de los alcaldes será una victoria tan rotunda del PP que su camino hacia las urnas se convertirá en un paseo triunfal. Hagan lo que hagan, el tiro les ha salido por la culata.
            Ya no hay vuelta atrás. Griñán y Valderas se han asestado una puñalada mortífera, y extraer la navaja ahora es tan grave como haberla hundido. Dos torpes aunados, dan una Torpeza Unida.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 26 de julio, 2011 

martes, 19 de julio de 2011

LA MARIMORENA

Mar Moreno, consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía

La Marimorena

Ahora entiendo por qué cientos de prejubilados fantasmas han afanado pastones mientras en la Junta de Andalucía no se coscaban de nada. ¡Es que estaban ocupados con el género! No el de la tienda de tejidos, sino el sexual. Mientras el latrocinio engordaba las cuentas privadas de militantes y familiares, ¡ellos estaban en sesudos debates pergeñando una nueva sintaxis!
Ya sabemos que los santurrones cuidan mucho las apariencias. Allá donde en la historia ha habido un ejército de gazmoños, siempre han hecho lo mismo: blanquear el lenguaje bajo pretextos morales.
Son los que esgrime la consejera Mar Moreno. Su teoría, como la de todos los beatos, es que, si cambias el lenguaje, cambias la realidad. Y allá que llevan al lenguaje sus realidades edulcoradas, bendecidas y triunfales. Son las “preciosas ridículas” de Molière, en vetusta versión moderna.
Ahora quieren plantar su mojigatería en los hoteles. Bajo el pretexto de conjurar el lenguaje sexista, contagian de sexo hasta el rótulo de los ascensores. Es lo que han conseguido siempre los moralistas: el efecto contrario. Cuanto más pacatas las leyes, más libertinaje.
“Todas las cuestiones de género y de lengua de género forman parte de nuestra legislación, son absolutamente normales y, desde luego, estoy convencida de que se van a ir abriendo paso con total sentido común”, ha dicho Mar Moreno, añadiendo por si no quedaba claro: “Lo encontramos absolutamente normal, absolutamente legal y estamos absolutamente convencidos de que los establecimientos hoteleros lo van a ir desarrollando con total sentido común”.
¡Ay! Esa abrumadora cantidad de “absolutos” y “totales” es el claro indicio de las alturas absolutas y totales en que creen encontrarse estos gobernantes iluminados. Y es que no hay santurrón que no crea que su doctrina es absoluta y total. Absoluta y totalmente andan obsesos puliendo el lenguaje mientras la realidad se les escapa a manos llenas.
Lo mismo ha hecho el Gobierno de España. ¿Qué más da que el país caiga por un precipicio? ¡A Aído la han nombrado asesora de género de la ONU! Es como cuando en España no había democracia, pero Massiel ganó en Eurovisión.
¿El dinero robado? ¡Bah! ¿El paro trágico? ¡Bah! ¿El nepotismo salvaje? ¡Bah! ¡Salvar el alma es lo importante! Y ello se logra pensando, escribiendo y rezando en lenguaje de género. Así, Andalucía será absoluta y totalmente beata, y se erigirá en la reserva de género de Occidente.
España es un país jesuítico y por eso, bajo el pundonoroso disfraz de la reserva espiritual, codiciosas manos han hecho y deshecho siempre a su antojo, saltándose leyes fundamentales y muñendo Matesas, Filesas y EREs.
La reserva espiritual nos dio el país más ateo del mundo. Y el género nos está dando el género chico. O el dramático. ¡Porque resulta trágico que contemporicen con la debacle pero, si se desliza un sexismo en el menú, armen la Mar y Morena!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 19 de julio, 2011

martes, 12 de julio de 2011

LA MONTAÑA

Bacal (Jayena, Granada), en el atardecer del 30 de junio de
2011, tras un recorrido de varias horas por el río Grande.

La montaña

Si hay una máquina del tiempo es la montaña. Ir a ella es ralentizar el devenir. Cada minuto vale por una semana, por un mes. Un día en la montaña tiene la consistencia de un año.
Cada vez que vamos a la montaña, el deseo y la expectativa nos sacan al amanecer de la cama. El martes pasado, Teresa y yo anduvimos durante doce horas sin ver a una sola persona. Como si fuéramos los únicos seres sobre la Tierra. Podríamos habernos hallado en el comienzo de los tiempos. Podríamos haber estado solos en la creación. Toda la fuerza de la naturaleza, su misterio, su plenitud, nos embargaron. Así debieron de sentirse los primeros hombres.
Iniciamos la ruta en el mirador de Fornes. Ya desde el comienzo, agotadora ascensión hacia la Mesa, y luego, descenso rumbo a la Resinera. Poco antes, desvío por un sendero junto al río Cebollón. Aguas puras, que se pueden beber directamente, y alamedas impenetrables, y silencio total. Y desde aquí, nuevo y larguísimo ascenso. A las 2 de la tarde, llegamos a nuestro objetivo: el Haza de la Encina. Desde aquí, contemplamos maravillados la cadena montañosa que separa Granada de Málaga, a la que preside el imponente Lucero, cuya cima coronamos meses atrás.
Nos adentramos en el interior del bosque, donde almorzamos y sesteamos. Y vuelta sobre nuestros pasos. Varios ciervos irrumpen ante nosotros. No huyen, sino que se quedan mirándonos curiosos. En el Cebollón, entre truchas, nos damos una zambullida. Desnudos. No hay nadie. No hemos visto a nadie. No veremos a nadie.
Nos sucede siempre en las frecuentes caminatas por las sierras de Granada. Cierto que evitamos los fines de semana. Pero tampoco importaría. Nadie anda ya. Van al campo en automóvil, y el equipo de sonido les resulta tan imprescindible como las tumbonas y la nevera.
Cuando entramos en la ciudad a las diez de la noche, una extraña sensación, siempre idéntica: mientras nosotros hemos vivido un presente continuo, casi eterno, la ciudad parece más que nunca avasallada por el tiempo. La civilización es perversa porque sus minutos no duran nada. Las autopistas que reclamamos, los Aves, los aviones, la velocidad que vindicamos, no son sino corruptores de tiempo. Cuanto más rápido creemos ir, más rápido nos vamos de nosotros mismos, más rápido nos perdemos. Por eso resultan monstruosas esas playas atestadas de personas que creen estar descansando mientras caminan aceleradas hacia su entropía. Creen en los cantos de sirena de la civilización, sin saber que el objetivo de las sirenas es atraerlos dulcemente para devorarlos mejor.
Mientras tanto, en el silencio y soledad de la montaña, los minutos valen por años. No es una hipérbole. Es simplemente la realidad. Basta con despojarse del automóvil y fiarlo todo a las piernas y al macuto. Y todo se transforma. Se transforma el mundo. Nos transformamos nosotros.

Diario IDEAL, martes, 12 de julio, 2011

miércoles, 6 de julio de 2011

EL POEMA MÁS LARGO

El secretario general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza,
escribe los primeros versos del que pretende ser el poema
más largo del mundo (Miguel Ángel Molina, EFE).

El poema más largo
El domingo escribieron en la Alhambra el poema más largo y, precisamente por ello, no escribieron ninguno. No existe el verso más largo, sino el más hondo. El domingo, en la Alhambra, sustituyeron la hondura por la superficie. La soledad de la poesía, por el rumor de la muchedumbre. Cambiaron la emoción por el lucimiento, la reflexión por el sarao, la inspiración por la publicidad.
¡Y encima hablan de paz! Este tópico de pensar que la poesía es el espíritu santo constituye un pesado fardo. Se han escrito hermosos versos de paz, y hermosos versos bélicos. “¡Al arma!, ¡al arma!, ¡mueran los carlistas!”, escribió Espronceda en su famoso “¡Guerra!”.
La poesía ha servido para el amor y para el combate, para la amistad y para la traición, para la audacia y para la cobardía. La poesía es tan compleja como el hombre porque, en magistral expresión de Blas de Otero, es fieramente humana.
La poesía no está sujeta a nada ni a nadie. Es libre. La poesía es la expresión de nuestras emociones y sentimientos más íntimos: los celos, la alegría, la belleza, el odio, la generosidad, la avaricia, el sexo, la desidia, la vanagloria… La poesía es necesaria porque es el arma perfecta para comunicar lo incomunicable.
Nada que ver con el poema más largo del mundo. ¿Qué poetas son ésos que tienen que ser convocados y que salen a escribir poesía donde les dicen y según las normas que les dicen? ¡Ay, para ello prefiero las pintadas insumisas! Para ello, prefiero a Narzeo Antino, el poeta del Albaicín, de bellos e ilustres versos, y de terribles e hirientes sátiras, que ha sido juzgado por pintar otros versos más combativos, no precisamente de paz, en las paredes del castizo barrio.
Frente al buenismo, ¡que me den poetas así! El buenismo es indigesto, repele, produce náuseas. El domingo, en la Alhambra, la poesía fue asesinada una vez más. La poesía es asesinada en todas partes, pero no lo debía ser en la tierra que vio ejecutado a su mejor poeta. Un poeta que jamás habría participado en este poema, porque él buscaba “toda la luz que cabe dentro de un ojo”, “una cápsula de aire donde nos duele todo el mundo”. Sabía que la verdad estaba en lo ínfimo.
¿De qué sirven estas movilizaciones? ¿Qué es lo que consiguen? La respuesta es “¡nada!”. Tal vez inflar el ego de los organizadores. Y que algunos ingenuos participantes crean haber colaborado realmente en la escritura del poema más largo del mundo. ¡Más les valdría haber utilizado el esfuerzo en leer!
El valor de un verso es contrario a su longitud, y directamente proporcional a su concentración. “Dentro de ti llevas la luz misteriosa de todos los secretos”, escribió Amado Nervo en un poema corto y, sin embargo, más infinito que el de la Alhambra.

Diario IDEAL, martes, 5 de julio, 2011