martes, 29 de abril de 2014

EMASANGRA

«Te dan agua y tú, a cambio, les das sangre» 

La reina con algunos representantes de Emasagra, entre ellos, a su izquierda, José Torres Hurtado, alcalde de Granada, y a su derecha, Sebastián Pérez Ortiz, presidente de la Diputación. Desgraciadamente a algunos miembros de la entidad se les olvidó ponerse el disfraz de ciudadano y aparecen en su verdadera naturaleza (extremos de la foto y parte superior central)

"Emasangra"

¡Qué milagro el de Emasagra, la empresa municipal potabilizadora, convirtiendo el agua en sangre, hasta el punto de que el pueblo raso la llama “Emasangra”! Seguro que está regida por esos beatos prestidigitadores que en una mano enarbolan un crucifijo procesional y, en la otra, sangran para su loor y gloria a los ciudadanos. Te dan agua y tú, a cambio, les das sangre. El milagro de la eucaristía ante el que se arrodillan los domingos y fiestas de guardar, pero llevado fundamentalísticamente a la Administración.
¡Es que se pirran por imitar a los sacerdotes preconciliares! Desde luego, su sede debería estar en el Palmar de Troya, lástima que sea un secarral y le falte materia prima. Aquí, sin embargo, la tienen en abundancia, por lo que pueden transubstancializar el agua en sangre y, de esta forma, amasar un capitalito para sus múltiples mandamases, que de algo han de nutrirse dada su incompetencia en otras ramas, que no en la del agua (de borrajas), no, en esa se han licenciado cum laude por la Universidad de la Siesta.
En otras ciudades de nuestro bizarro país, se paga el agua, naturalmente, pero sólo aquí cuesta sangre. Yo, que comparto residencia con los madriles, pago allí, por el mismo consumo e incluidas basuras, un tercio de lo que pago a Emasangra, perdón, Emasagra, no sé por qué algunos apodos son tan pegadizos, y sobre todo éste, tal vez porque cada vez que abres el grifo es como si te abrieras una vena, o porque cada vez que pagas un impuesto o un canon te acuerdas de Emasangra, que despliega en el escaparate de su factura tal variedad de gravámenes que deja atrás incluso a los almacenes más surtidos del mundo, como los Harrods.
Seguro que a los suecos, que hasta ahora eran los que apoquinaban más exacciones de Europa, les da envidia. ¡Es que somos la avanzadilla del mundo! A ver, si no, que me digan en qué ciudad el recibo del agua ha logrado equiparar al de la luz. ¡Pues en Granada! Debemos suponer por tanto la gran industria que hay tras la empresa: máquinas inmensas formadas por los otrora ociosos dedos de manos inservibles, ensambladas ahora por maravillosos mecánicos como el alcalde de las Castizas Torres, o el lacerado mártir diputativo, Sebastián Alpujarreño, genios de la mecánica de recursos humanos.
Drácula ha encontrado su Paraíso en Granada, porque el agua de los Cárpatos es pura y cristalina, de modo que el pobre se ve obligado a hincar los colmillos en víctimas propiciatorias para libar sus glóbulos rojos. ¡Pero aquí la sangre corre libremente por acequias y tuberías, por lo que le basta con abrir el grifo! Y es que Emasangra ha construido una inextricable red de tentáculos que te chupan la sangre cada vez que bebes. ¿Adivinan que el conde rumano está recibiendo lecciones del Consejo de Administración?
En realidad, vivimos una película de terror y, bajo el aspecto bonachón de muchos de nuestros dirigentes, se esconden pérfidos draculines que nos hienden con millones de multas, servicios en el quinto coño, precario sistema de transportes (para montar por toscos módulos), bancarrota de las arcas municipales… y todo a cambio de un agua regada con nuestra sangre. ¡Que pongan a Emasangra en el escudo de Sangrada, perdón, de Granada!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 29 de abril, 2014

viernes, 25 de abril de 2014

HAZ HUMOR DE TODO

«No hacer humor de todo es una forma de acoso» 

Los humoristas norteamericanos y autores del presente artículo  Keel & Peele
(Foto: SPLITSIDER

Me ha impactado el presente artículo, publicado en uno de los últimos números de la revista TIME. Por una parte, demuestra hasta qué punto la censura ideológica es cada vez más férrea en nuestro mundo y, por otra, que hay valientes como estos dos humoristas que se atreven a desafiarla y, además, tienen éxito en el empeño. En un mundo desecado por las convenciones, son un turbión de oxígeno, la llama de esperanza de un futuro más humano. 
GREGORIO MORALES 

Haz humor de todo 

¿Harías chistes de una persona quemada? Bueno, nosotros los hacemos. Más o menos…
            Somos humoristas. En la reciente temporada de nuestro programa televisivo, en un sketch titulado “Insulto Cómico”, un señalado humorista proclamó que “iba a servirse de todo” en sus guiones (el chico de enfrente con grandes orejas, el gordo reventón, la mujer de pechera gigantesca…). ¿No debe ser esta la respuesta cuando un crítico increpa a un humorista por la temeridad de sus temas? ¿Cuando le reprocha que “lo pisotea todo”? ¿Que “no respeta nada”? En nuestro espectáculo, uno de los patrones del club es, sin embargo, un minusválido por quemaduras prendido a una silla de ruedas. “¡Habéis pasado de mí!”, protestó ante la audiencia con el sonido robótico de su laringe artificial. “¡No tengáis miedo!”, nos animó. “¡Puedo soportarlo!”.
            ¿Pero podemos nosotros, como sociedad, soportarlo también?
            Parece que hoy día vivimos en un mundo de extremos. En una parte del espectro, tenemos los anónimos trolls de Internet buscando un descuido para espurrear crueldad impunemente. Pero en la cultura dominante, parece a menudo que nos ahogamos en el mar de una corrección política que comenzó a lamer nuestras orillas hace un par de décadas y que aún no ha retrocedido.
            Resulta sorprendente preguntarse cómo podría irle a un show popular de televisión como All in the family y Good Times en una reunión de creativos de Hollywood. Películas como Blazing Saddles y Silver Streak no habrían siquiera superado la fase de desarrollo en estudio. Demasiado provocadoras.
            En algún lugar de la línea, hemos olvidado el verdadero propósito del humor: ayudar a la gente a enfrentarse a los temores y horrores del mundo.
            Seguro, a veces en Key & Peele, nuestro programa, navegamos en las triviales aguas de la cagada, abundamos en generalizaciones tópicas o nos servimos de la vieja escuela de los juegos de palabras. Pero lo que perseguimos, y lo que pensamos que muchísima gente debería perseguir, es más profundo: divertirnos con todo.
            Puede dar miedo. Nosotros no queremos perder nuestra audiencia. ¿Podemos hacerles reír con un sketch sobre la esclavitud? ¿Sobre el terrorismo? ¿Sobre el Holocausto?
            Al mismo tiempo, además, es nuestro deber. No hacer humor de todo es, estamos convencidos, una forma de acoso. Cuando un humorista toma la decisión consciente de excluir a un grupo de su repertorio, ¿no está asumiendo que los miembros de ese grupo no son capaces de auto reflexión? ¿Que no poseen las facultades mentales para reconocer los matices de  la sátira? Un grupo excluido no alcanza nunca la oportunidad de integrarse en la conversación humana.
            Felizmente un montón de personas lo entienden, al menos en el contexto de su cultura. Como el quemado en nuestro sketch, nos reprochan: “¡Has pasado de mí! ¡Inclúyeme!”.
            Está el hombre medio hispánico y medio americano nativo que hace poco le dijo a Keegan cuánto provecho humorístico podría obtener de su cultura híbrida. Un joven árabe nos contó cuánto le gustaban Karim y Jahar (la pareja de árabes sexualmente reprimidos que representamos). “¡Haced más cosas con ellos!”, nos rogó. Parejas gays y lesbianas nos encarecen que “continuemos”, aduciendo que “hay un filón de humor en nosotros… ¡creednos!”.
            Paradójicamente la gente comienza a ponerse nerviosa cuando el humor versa sobre otras culturas o sobre quienes son percibidos como débiles. Es entonces cuando se nos suele tildar de insensibles o crueles.
            Pero preguntémonos de nuevo qué es peor: ¿Hacer humor de todo tipo de gente o asumir que algunos son demasiado débiles para soportarlo?
            La ballena blanca de la comedia está todavía fuera. El día en que podamos reírnos de una enana negra lesbiana con síndrome de Down que va en una silla de ruedas y alguien que no es una enana negra con síndrome de Down sea capaz de reír en lugar de tratar de proteger los sentimientos de los enanos, entonces podremos empaquetar nuestras faringes artificiales y retirarnos.

Keegan-Michael Key*
Jordan Peele*
TIMES, 24 marzo, 2014
Traducción de
Gregorio Morales

* Ambos articulistas son los creadores del programa humorístico televisivo norteamericano de su mismo nombre.

martes, 22 de abril de 2014

VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS

«Volverán las oscuras golondrinas en tu salón los libros a posar» 

¡Qué libertad de movimientos proporcionan los libros en papel, qué preciso y maravilloso plano espacial constituyen para cualquier texto! (Foto:  ARCHITETTURA DI PIETRA
Volverán las oscuras golondrinas 

Volverán las oscuras golondrinas, volverán las golondrinas que aprendieron nuestros nombres. Volverán las blancas hojas de papel, los frontispicios en los que escribíamos nuestras siglas. Volverán en turbión los libros físicos a llenar nuestras manos, embargarnos de aromas, invitarnos a plasmar nuestros pensamientos. Volverán con el mismo vigor con que han vuelto las bicicletas, como ha vuelto el pan integral de masa madre, como han reaparecido las historias románticas de amores apasionados.
No es que todo retorne en un ciclo interminable, es más. Es que quienes somos pioneros en la lectura de libros digitales, quienes llevamos más de una década leyendo páginas en tinta electrónica, damos testimonio de la libertad que ofrece el viejo libro, convertido por eso del cambio de los tiempos en algo radicalmente nuevo. Desde hace unos años nos embarga el presagio de que el papel volverá a irrumpir en las plazas, en las estaciones de metro, en las playas, en los confortables sofás.
Seguiremos por supuesto leyendo ebooks, porque Internet está cuajado de textos y es una forma barata de consultar, informarse e investigar, y porque es rápido y cómodo, y porque el papel no está siempre accesible en el momento en que uno lo desea, pero para la reflexión, para el placer entrañable, para el viaje fantástico, para la inmersión demorada, se usará el papel.
Y también se usará el papel para la protesta personal. Porque si cuando yo comencé a leer en dispositivos electrónicos el hecho constituía una rabiosa novedad, hasta el punto de que incluso en Estados Unidos me preguntaban dónde me había agenciado el cachivache (¡loor a la empresa granadina Grammata!), y los que leían en libros físicos llegaban a sentirse pasados de moda, ahora ocurre al contrario: ahora, cuando abres un libro en una cafetería, en un autobús, en una calle, en una reunión, estás introduciendo la subversión, te estás rebelando contra la moda, contra el sistema, contra la alienación digital, estás estableciendo tu derecho a pensar de otro modo, a calar donde quieras, a echar un vistazo al buen tuntún, a conservar para siempre en la memoria la página donde leíste aquello que te hizo mella, a que tus nietos paladeen tus divagaciones escritas al hilo del texto.
La visión humana es espacial y, como bien señalan los entendidos, un libro es antes que nada un mapa, nos construimos su contenido en función del espacio que ocupan las palabras, de modo que, leyendo en papel, el contenido es mucho más nuestro, se adhiere más a nosotros, nos proporciona más libertad de movimientos, se convierte en un arma más efectiva de comprensión.
Por ello, ahora, aparte de bajarme de Internet los libros que necesito urgentemente, he vuelto a frecuentar las librerías de viejo, a oler y palpar veteranos y amarillentos volúmenes, he regresado a la lectura morosa, al chistido de la página que pasa, he tornado al espejo fiel de las letras impresas. Cada libro que toco es un plano de un tesoro que abro con el placer de un pirata y la delectación de un ciego cuyas manos hurgan sedas y joyas. Frente al planeta gregario y subrepticiamente alienante de los ebooks, la sublime y libre soledad robinsoniana de los libros de papel. ¡Sí, volverán las oscuras golondrinas en tu salón los libros a posar!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 22 de abril, 2014

martes, 15 de abril de 2014

LARRA EN GRANADA

«España sigue siendo el país atrasado y estólido que Larra retrató» 

Larra podría encontrar en Granada un vivero de personajes para sus lúcidos artículos

Larra en Granada 
Tendría que venir Larra para glosarlo y sin duda lograría una de sus obras maestras. Larra, que reveló como ningún otro la herrumbre, la cortedad de miras, la impostura de la vida nacional. Larra tendría que darse un garbeo por Granada para constatar con su prosa lúcida, directa e irónica cómo una concejal que está a punto de destruir el sistema de transporte público metropolitano pasa por buena gestora y es incluso alabada por voceros a la violeta. Tendría que estar Larra y presenciar cómo, pese a tamaño dislate, no sólo han callado la mayor parte de los presidentes de asociaciones de vecinos, sino que algunos hasta han dado su aquiescencia a un plan que queda bien en el papel, pero que machaca inmisericordemente a la población.
La señora Ruiz, concejal de Movilidad, le va a producir a Granada el mayor agujero negro de su historia. ¡Por eso tenía que venir Larra y poner su sardónico sarcasmo en el inminente despropósito! El nuevo sistema de transporte público que ha pergeñado la insigne concejal es tan impracticable, va a producir tantas protestas, va a quebrar de tal modo la red de comunicaciones de la capital, que en menos de un año el Ayuntamiento tendrá que dar marcha atrás y se verá obligado a restaurar las antiguas líneas que, si son las que son, no es porque los gestores que han existido antes hayan sido lerdos o menos listos o menos eficaces, sino porque son las que han impuesto la experiencia y las necesidades de los granadinos. Líneas, por tanto, que irán volviendo paulatinamente a sus antiguos trazados, y entonces ¿de qué servirá el pastón que ha invertido la ciudad en los mastodontes de Alta Capacidad? ¿Qué se hará con los gastos de acondicionamiento del entorno del Palacio de Deportes y de la Caleta? ¿Y con el de la publicidad con que nos machacan para que traguemos la incuria? La “maravillosa administración” de la concejal únicamente habrá servido para aumentar el déficit. A esto es a lo que nos llevará doña Telesfora Ruiz. Para entonces, los triunfalistas heraldos que tanto han condescendido con ella habrán ocultado la cabeza bajo el ordenador. ¡Y es que la Historia no tiene piedad con los aduladores!
Si viviera Larra, al menos quedarían sus artículos. Yo, desde mi humildad, he escrito algunos, porque lo que está a punto de ocurrir es, en cincuenta años, uno de los mayores atentados a las infraestructuras de Granada. Con el transporte público no se juega, pero a esta señora le encanta el Monopoly con seres reales. Y es que los personajes de Larra están todos cortados por el mismo patrón, todos esgrimen una ambición napoleónica en una mente naif, y eso es justamente el provincianismo, de donde se derivan efectos desastrosos que hunden a la población en la desidia
Es por ese fatalismo quizás por lo que, hasta el momento, Granada no ha acusado recibo de la grave  involución que se avecina. La concejal y sus adláteres nos inundan de demagogia barata para que endosemos sumisos la bofetada, y probos prohombres ponen encantados la otra mejilla mientras Larra se lamenta desde la alturas pensando en la inutilidad de sus artículos, porque han transcurrido dos siglos… ¡pero España sigue siendo el país atrasado y estólido que nos retrató!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 15 de abril, 2014

martes, 8 de abril de 2014

ARQUEOLÓGICOS

«¡Qué oprobio que la telúrica Dama de Baza se encuentre junto a la narcisista Dama de Elche!» 

Aunque hay un par de estudios científicos que avalan su autenticidad (los dirigidos en 2005 y 2011 por María Pilar Luxan), el autor opina que la Dama de Elche es una falsificación del siglo XIX y que los mentados estudios serán posiblemente rebatidos 

Arqueológicos 

Los trabajadores del Museo Arqueológico de Granada, uno de los mejores de España e imprescindible para conocer la Historia del sur de Europa, claman porque lleva años cerrado, justo en el momento en que se reinagura remozado y espléndido el Museo Arqueológico Nacional. ¡Que amarga y simbólica contraposición! Un museo, enterrado; otro, renacido y más bello que nunca. Es la diferencia entre una tierra dejada de la mano de los dioses y otra que, pese a las amargas vicisitudes del presente, sigue siendo uno de los ejes dinámicos del país.
Con el recuerdo de cómo me impactó otrora el museo de Granada, con el bagaje de lo que me enseñó, me planto en el arqueológico de Madrid. La entrada es gratis hasta el 20, por lo que las galerías están abarrotadas de público, pero curiosamente son entendidos, profesores, estudiosos, que lo llenan todo de una alentadora atmósfera que parecía perdida. ¡Es como si hubiera vuelto la pasión por el conocimiento! O tal vez no estuvo nunca, pero sí es cierto que en los museos y exposiciones te embargaba un aire de respeto, admiración y búsqueda luego perdido por el turismo de masas. Así que no hay desdeñosos nómadas en el Museo Arqueológico y, por tanto, tampoco escuchas observaciones triviales. Por el contrario, aprendes de lo que se comenta.
Granada está omnipresente: desde las maravillas de Galera, pasando por la Dama de Baza hasta los jarrones alhambreños. Eso sí, ¡qué oprobio que la telúrica Dama de Baza se encuentre junto a la narcisista Dama de Elche! Aunque hay un par de estudios científicos que avalan su autenticidad (los dirigidos en 2005 y 2011 por María Pilar Luxan), para mí resulta claro que se trata de una falsificación del siglo XIX, y que los referidos estudios serán posiblemente rebatidos antes o después. Es palmario que la Dama de Elche  representa el tipo de belleza con que los decimonónicos veían la Antigüedad, a lo prerrafaelista, con esos labios de pitiminí por los que se pirraban nuestros bisabuelos y sus estentóreos rodetes de fallera. ¡Y no es la única pieza posiblemente falsa!
En cualquier caso, ¡qué vértigo abismal el de viajar por la Historia! Los museos son máquinas del tiempo. Entras en uno y marchas directamente a la edad que decidas. Conforme asciendo de una planta a otra, paso por la prehistoria, la edad del bronce, el mundo ibérico, Grecia, Roma… ¡Qué cerca me siento! El hombre es el mismo desde la noche de los tiempos, y seguirá siendo el mismo hasta el fin de los tiempos. El progreso, los inventos, los cambios, son espejismos, pequeñas variaciones de la forma, pero en el fondo ya éramos lo que somos, ya somos lo que seremos dentro de un millón de años.
En mi acelerado viaje, comulgo con la humanidad entera, la pasada, la presente y la futura, y me lleno de asombro y admiración. Cuando los cimientos de España chirrían, en los museos se encuentran las columnas que pueden sostenernos. Es como si al divisar la gran avenida de la Historia, el espíritu de campanario se hiciera trizas. ¡Por eso son necesarios los museos arqueológicos! Así que no puede extrañarnos que Granada, que lleva un lustro con el suyo cerrado y aún seguirá así un par de años, encoja paulatinamente hacia el mezquino villorrio.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 8 de abril, 2014

martes, 1 de abril de 2014

BAJO EL COLCHÓN

«¿Llamamos a los bomberos para que retiren las inmundicias y repartan los billetes?» 

Una de las paredes del estudio de Sorolla en Madrid, donde son perceptibles abajo y de izquierda a derecha el Cuarto Dorado, el Patio de los Arrayanes y el Mirador de Lindaraja. Foto: Gregorio Morales 
Bajo el colchón

Una ciudad puede haber tenido otros mundos, cientos, miles de mundos, pero si estos no caben en la cabeza de sus ciudadanos, si viven con anteojeras en el más limitado de los universos, entonces es como el que pide limosna teniendo millones bajo el colchón. Granada tiene millones bajo el colchón, pero los granadinos se sienten pobres y piden a manos llenas, aunque sus requisitorias se suelen perder donde Cristo dio las tres voces. ¿Por qué no echar entonces mano de los inmensos ahorros?
Circula por ejemplo el billete Federico García Lorca, y sin duda que el peso del nombre en Granada vale un Potosí, pero hay otras gemas de idéntica belleza y valor que no circulan, y lo que no circula desaparece, o peor aún, se pudre. El dinero bajo los colchones siempre tiene un olor a remanido, a vetusto, a saín, por lo que va parejo a la avaricia y a la falta de higiene.
¡Que entre el aire! Visito el estudio de Sorolla en Madrid y me encuentro que hay cuadros de la Alhambra presidiéndolo, lo que no es casualidad, porque todo está milimetrado en esta casa del otrora paseo del Obelisco donde el valenciano plasmó sus más íntimos sueños. Cierto, en el 2012 hubo una magistral exposición suya en el Museo de Bellas Artes, “Jardines de luz”, pero no dejó huella en la memoria colectiva como no dejó aquella otra que mostraba la pasión de Matisse por la cerámica y tapicerías granadinas. ¡Lo universal se mete bajo el colchón y deja de circular!
Esta ciudad, que llegó a ser la más populosa de Europa y a la que Carlos V paladeó como posible capital de Occidente, se ve a sí misma con míseros y miopes ojos. También vivió aquí y plasmó lo mejor de sus versos el carmelita Juan de la Cruz, uno de nuestros poetas más conocidos universalmente aunque no se lea en España, pero casi parece que estuvo de turismo y que se marchó sin dejar huella, hasta tal punto está aplastado bajo la borra del voraz colchón que se lo traga todo. Y tiene que venir gente de fuera a recordarnos el esplendor rateado, como esa ruta turística que se acaba de inaugurar por los pasos de Teresa de Jesús, y que ha querido contar con Granada, no porque aquella mujer que escribía un sabroso y riquísimo castellano estuviera aquí, sino porque estuvo su lugarteniente, uno de los mejores poetas de todos los tiempos.
¿Cuántos hechos, acaeceres, figuras y movimientos no agonizan infectados bajo el pútrido colchón? Sólo les han permitido zafarse a la Alhambra, la Sierra y García Lorca. Acogotado por la lana hedionda del jergón queda lo más ilustre de nuestra historia. Y lo más singular de la actualidad. Es como esas familias venidas a menos a las que les duele recordar sus esplendores y se abisman en una herida soledad.
¿Maldición por haber rozado la grandeza? ¡Hay que romperla de una vez! Mientras tanto deben venir de fuera personas libres y generosas para que levantemos parte del catre bajo el que se esconden la luz, el mérito y la gloria. El síndrome de Diógenes, ni más ni menos. ¿Llamamos entonces a los bomberos para que retiren las inmundicias y repartan a manos llenas los billetes?

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 1 de abril, 2014