martes, 27 de agosto de 2013

AMBOS

«Soy del Barça y del Real Madrid» 
La vida es unión de contrarios (foto: Fundación Soliris

Ambos

“¿Eres del Real Madrid o del Barça?”, me pregunta el hijo de un familiar. “De ambos”, le respondo. “¿Cómo es eso?”, me inquiere atónito. “ Cuando el Madrid mete un gol, me alegro. Cuando el Barça mete un gol, me alegro también”. El chico me mira con recelo, como si me estuviera burlando de él. Le han enseñado a discriminar, a tomar una opción en contra de otra y no comprende que puedas integrarlas ambas.
Muchas de las desgracias que padece nuestro tiempo vienen de esta lógica ingenua, una trampa que la sociedad te tiende por las más aparentes fruslerías para así inmovilizarte mejor. “¿Tú eres de playa o de montaña?”, me pregunta una amiga. “De los dos”, le contesto. “El mar me apasiona. La montaña me apasiona”. Mi amiga esgrime una mueca entre divertida y contrariada. Tal vez contaba con debatir las bondades de una parte sobre la otra. “¿Por qué mejor no sumarlas?”, le propongo.
“Leyendo tus columnas, he tratado de vislumbrar tu filiación política y me ha sido imposible”, me comenta un lector. “¡No me extraña! –le replico-. ¡Soy de todos los partidos! Nunca me situaría en una parte en contra de la otra ni taparía mis ojos con una viga para no ver los defectos de los próximos ni las virtudes de los lejanos”.
La vida es compleja, total, es unión de contrarios. Ser binario es una forma de erradicarse de la mitad de la vida. Y cuando partes la vida, la matas. Quien es binario manipula cosas muertas. De ahí que los sectarios, santones, fundamentalistas y dictatorzuelos nos parezcan patéticos, ridículos, si además no produjeran tan inmenso daño con su irrealidad mental.
Una amiga en quien tengo gran confianza enumera mis defectos. “¿No te das cuenta de que mis defectos son también mis virtudes?”, objeto. Se queda perpleja. “¿Tus defectos son tus virtudes?”. Le repito alguno de los defectos que me ha citado. Soy susceptible, sí, ¡pero esa misma susceptibilidad me permite saborear lo nimio, lo sutil! Soy temerario, sí, a veces me juego el tipo, me pongo en peligro, ¡pero sin temeridad mis opiniones serían estereotipadas, no saldría de lo convencional, los límites me arredrarían! Sin temeridad tampoco exploraría montañas ni bosques y la aventura estaría desterrada de mi vida. Quien saja sus defectos, saja también sus virtudes, y quien tiene virtudes tiene necesariamente parejos defectos.
Me niego a la locura de nuestra civilización, a tener que definirme en todo momento renunciando a una parte de la realidad, a veces despreciándola, satanizándola otras. Uso mi potestad mental de estar en todas partes y serlo todo. Sólo me defino por obligación y por motivos legales, y, por ejemplo, marco la casilla de “varón” en los formularios oficiales, aunque me considero hombre y mujer a la par, y voto a un partido en las elecciones, aunque para mí son todos las mismas personas, con las bondades y defectos consustanciales de la humanidad, y acepto que me llamen granadino, aunque soy catalán y vasco y madrileño…
¡Prueba a no definirte y alcanzarás una inimaginable libertad! La sociedad tratará de llevarte al redil, exiliándote de sus parciales corazones si no te segregas a cada instante, pero qué vale más, ¿ser un proscrito libre o un prócer cercenado? ¡También en esto puedes optar por ambos!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 20 de agosto, 2013

martes, 20 de agosto de 2013

VERANO EN BUBIÓN

«Vengo a Bubión a volverme indefenso» 

Atardecer de un día de verano en Bubión 
Verano en Bubión 

El verano es una hora sin tiempo al mediodía en la que se condensan todas las horas y en la que lo somos todo porque nos hemos abandonado a todo. No hay verano sin esta hora y no hay vacaciones sin varios días experimentado esta hora. La única condición para ello son el silencio y la soledad. Quienes veranean en lugares masificados no tienen vacaciones.
Mientras las playas están llenas, los senderos están vacíos. Desde la eternidad de Bubión, me entrego a esta hora y conjuro así el tiempo y soy plenamente todos los que he sido y seré. Sin ordenador, sin smartphone, sin GPS, me echo a la montaña y me pierdo en La Cebadilla y subo al Cortijo de las Tomas y regreso a Capileira y a Bubión por el cauce de las acequias, y cuando llego a la casita que he alquilado, me está esperando un reloj de arena del que no se desprende un solo grano y me embarga la totalidad de los niños, en la que el tiempo es tan espeso como el betún y una gota tarda siglos en desprenderse.
Me echo una siesta en un silencio que reverbera y, cuando despierto, el sol está aún alto, es otro día en el mismo día, el tiempo se ha detenido o multiplicado, y aún puedo leer en la terraza desde la que contemplo las casitas apiñadas, darme una ducha, ir a pasear por la carretera y tomarme un vino en el Teide.
Ayer fui a Pitres por la Peña del Ángel y Capilerilla. Mañana subiré al refugio de Poqueira. Otro día iré a Puente Palo. ¡Qué milagro me parece tener dos piernas y poder andar cuanto deseo, subir pendientes, patear trochas, cruzar atajos! La misma sorpresa que debió de poseer a nuestros antepasados ante la maravilla de la rueda y la velocidad a que conducía, la misma estupefacción de nuestros bisabuelos cuando contemplaron los primeros automóviles, me embarga habiendo vuelto al más primitivo medio de locomoción. ¡Nada como andar! Las ruedas te aíslan, aunque sean las de una bicicleta. Ir sentado y moverse a determinada velocidad limita el espacio y le roba su grandeza y su misterio.
Viviendo la dictadura del automóvil, los pies son el descubrimiento. Por eso vengo repetidamente a Bubión, jardín cerrado para coches, paraíso abierto para caminantes. Vengo para volverme indefenso y andar por las montañas con mi sombrero, mi hatillo y mis botas, y luego dormir con el candor de los niños y sentir su tiempo desnudo y sin abalorios.
Sin retornos periódicos como este, la civilización resultaría insoportable. Unas vacaciones para mí no son tiempo libre, sino liberación de la profilaxis cotidiana, cese de la existencia aséptica que envuelve como algodones nuestras vidas ciudadanas y troca al niño que debe vivir en nosotros por un engreído Peter Pan.
Aunque también habrá ruido en Bubión, el de las fiestas que comienzan este fin de semana, pero no será como los cláxones afilados de una feria urbanita, sino como la silvestre fogata de media noche en torno a la cual se danza. ¡Y eso haré junto a Teresa Melguizo, Denyse Bertrand, Isabelo Herreros, Fernando de Villena, Antonio Méndez, Javier Valenzuela y otros amigos! El caminante solitario extrae su fuerza de la tribu a la que ama.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 20 de agosto, 2013

martes, 13 de agosto de 2013

LA BELLA Y LA BESTIA

«Entre Padul y Dúrcal batallan la Bella y la Bestia» 

Solo la delgada cinta de la carretera separa al humedal de Padul de esta cantera cuyo polvo vierte directamente sobre las aguas 

La cantera se halla situada directamente encima de la población de Padul 

El sendero que desciende a Padul desde la Silleta se corta abruptamente comido por la cantera. Una verdadera trampa, ya que resulta dificilísimo andar por estas piedras sueltas que se clavan en la piel y lo penetran todo 
La Bella y la Bestia

Asciendo a la Silleta desde Padul. Frondosos y verdes bosques, aromas campestres, silencio primigenio, impresionantes vistas de cuantas sierras rodean Granada. Rapta tanta belleza. Tras subir a la cima y saludar a los fantásticos Alayos, rodeo la montaña y regreso por la parte opuesta.
Entonces, cuando me estoy nuevamente acercando a Padul, todo se quiebra como en las películas de terror. ¡Una salvaje jauría metálica y un siniestro paisaje lunar me asaltan! ¡Las canteras! ¡Las había olvidado!
 Desde mi posición privilegiada, contemplo el horror que están haciendo con el paraje. “Dios mío –me digo-, ¿cómo pueden permitirlo?”. Lo que veo son bocados deshonribles en los pinares, asesinas dentelladas, sartas de inmisericordes cuchillazos para humillar la belleza. El ruido de las chicharras dentadas y la polvareda que levantan es tan grande que llega incluso a la considerable altura donde me encuentro. El aire, lleno antes de esencias florales, se me hace ahora pasta en la garganta. Pica. Comienzo a toser.
La misma polvareda se cierne sobre las casas de Dúrcal y Padul. “¡Esto no puede ser sano! –vuelvo a decirme-. ¡Unas canteras tan cerca de la población!”. El aire que respiran durqueños y paduleños no es el privilegiado que baja de la montaña, sino un aire infestado de micropartículas de grava. ¿Y no hay nadie que clame contra esto?
Prosigo mi camino bendiciendo cuando este se aleja de las canteras y maldiciendo cuando vuelve a acercarse, ya que serpea sobre las montañas. ¡Y entonces veo que es aun peor! Una de las canteras se ha acercado tan peligrosamente al humedal de Padul, que ya solo la separa la delgada cinta de carretera. Me escandalizo. ¿Dónde están las autoridades, los peritos, los ayuntamientos? Veo nubes y nubes de insalubre polvo blanco caer sistemáticamente sobre el humedal. La contaminación debe de ser tan grande en el interior del lago que posiblemente ha arrasado con cualquier forma de vida. Hago fotos del ecologicidio. ¡Si no, no me creerán!*
Sin embargo, aún me aguarda una nueva truculencia. El sendero se corta abruptamente y, de repente, me abofetea con prepotencia el enfermo paisaje de la gravera. ¡Las hambrientas máquinas han puesto sus garras también en el camino! Mientras desciendo el talud agarrándome a versátiles pedruscos que tiznan como infernales carbones y que se te meten por ropas y botas, recuerdo una noticia lejana: allá por el 2005, el propietario de una cantera del Padul fue condenado a ocho meses de cárcel por cercenar el parque  natural. ¡Luego era esto! Se le obligó a restaurar lo masacrado, pero resulta patente que no lo ha hecho. ¡Y es esta misma cantera la que ahora está arruinando el humedal de Padul!
Ya en casa, examino los datos, compruebo el nombre de la cantera y el de su dueño… y me topo con que no hace ni dos meses que la consejería de Medio Ambiente de la Junta acaba de autorizarle a abrir otra explotación, “Las Majadillas”.
Siento compasión por estas tierras. ¡Tan cerca del Paraíso y tan lejos! Podrían tener el Cielo, pero en su lugar les han colocado el Infierno. Mala atmósfera, ruidos y, como fondo, un abominable paisaje marciano. Entre Padul y Dúrcal, batallan la Bella y la Bestia.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 13 de agosto, 2013

martes, 6 de agosto de 2013

ECUACIÓN PROVINCIANA

«Toda vida provinciana es un maratón cuya meta es degradar al creador genuino» 

Juan Vida, "Cordero de Dios" (2003). Foto: Web personal del autor  
Ecuación provinciana 

Es muy posible que la comisión que debía aprobar una muestra del pintor Juan Vida en la Madraza haya esgrimido argumentos censores para tirarla por la borda. Estamos en la época de lo pusilánimemente correcto, y si alguna de las creaciones del pintor ha arañado una pizca de santidad social, los organizadores deben de haber sentido un escalofrío ursulino.
Lo anterior, sin embargo, hasta puede ser un favor que le han hecho al arte de Juan Vida, pues lo verdadero siempre vulnera las normas cansinas y levanta susceptibilidades en los biempensantes. Sería por tanto el síntoma de que el pintor ha profundizado en su tiempo y ha sabido mostrarlo. Juan Vida celebrará su exposición en otro lugar y será un éxito de asistencia y crítica.
Lo terrible no es por tanto la censura velada, sino que alguien haya permitido que Vida sea un aspirante más a realizar una exposición en la Madraza. Cuando a estas alturas de su trayectoria debía exponer en lugares emblemáticos como el Círculo de Bellas Artes o la Biblioteca Nacional, aquí lo meten en el montón, con pintores bisoños o de nulo currículum, y encima le dicen que no.
La vida cultural granadina (como la de Soria, como la de Tarragona…) es un maratón cuya meta es la degradación de todo creador genuino. Personalmente no hay día en que no me llegue un canto de sirena con este fin. Me invitan por ejemplo a participar en un debate, en un recital, en una conferencia, sin ni siquiera plantearse que deben pagarme. ¡Piensan por el contrario que debería sentirme halagado! A continuación me imponen el tema: que si el aceite, que si el vino, que si los bosques… Y como por lo visto no confían en que tú solo puedas satisfacer a un auditorio, te amontonan con otros participantes en un potpurrí sin criterio donde te puedes topar con el aficionado del aficionado del aficionado. Te convierten así de intelectual en propagandista; de escritor en meritorio; y de individuo en figurante. ¡Pero ay si a uno de estos “brillantes” organizadores le dijeras que te está proponiendo escribir al dictado o que está trabucando la figura del “homme de lettres” por la de celebrante de juegos florales!
Me piden que presente libros, escriba prólogos, haga reseñas, participe en antologías, me mezcle en recitales, pose para fotos, dé pregones, y todo con la única compensación del ego inflado, como un vagabundo que debe enorgullecerse de que lo sienten a los pies de la  mesa o un pelele que secunda los movimientos del titiritero. Se trata de un descenso sin prisa pero sin pausa cuyo objetivo es convertirte en un borroso e inofensivo cultureta de provincias. Ahí los tienes, ansiosos, dispuestos a hacer de todo, permanentemente ofrecidos, creyéndose bravos capitanes cuando en realidad son mostrencos y complacientes escuderos.
Pintar, escribir, crear en provincias no puede hacerse sin decir que no una y otra vez. Y sin duda, Juan Vida lo ha hecho. Pero como a veces el guerrero descuida la guardia, hete aquí que ha llegado alguien que con su artero canto se ha ganado su aquiescencia y lo ha metido de extranjis en el furgón de cola. ¡Y una vez más se ha humillado al gran arte! La ecuación provinciana es exacta, ¡no falla nunca!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 6 de agosto, 2013