miércoles, 2 de mayo de 2012

LOS GRADUADOS

«El sábado pasado, los estudiantes de Historia del Arte de la promoción 2007-2012 fueron una gavilla»

Graduados en Historia del Arte de la promoción 2007-2012 en la ceremonia del sábado 28 de abril en el Aula Magna de la Facultad de Letras, junto a los profesores José Manuel Rodríguez Domingo, Emilio A. Villanueva Muñoz (ambos a la izquierda y de espaldas) y Félix García Morá (a la derecha)
Los graduados

Hay alegría, inteligencia y pasión en el Aula Magna de la Facultad de Letras. Treinta y cuatro estudiantes de la promoción 2007‑2012 celebran su inminente licenciatura en Historia del Arte. Creía que iba a encontrarme con una fiesta intrascendente, pero resulta que el acto tiene sentido y acaba resonando en el alma. En realidad, es una clase más, una magistral clase a varias voces. El profesor José Manuel Rodríguez se muestra diestramente crítico y explica la necesidad del Arte incluso en carreras científicas. La estudiante Alicia Rodríguez‑Huesca, en una excelente exposición, defiende la complementariedad de artes y ciencias. “¡Así es, así es!”, me digo al tiempo que recuerdo que abogar por esta unión hace sólo quince años era considerado delito de lesa majestad. ¡Estos profesores, estos estudiantes, están en el camino!
            Ignacio Henares, director del Departamento,  recalca el poder de los símbolos, y desde luego que este acto es un símbolo crucial. La mente usa los símbolos como una pértiga. Los símbolos son cosas, tan rotundas como un pico, una pala, una grúa. Los símbolos son las piernas de la mente. Y es necesario andar. Es necesario precipitar los conocimientos de estos estudiantes en un punto fúlgido, candente, arrebatador, que les imprima sentido. Las horas de clase, las veladas tras los libros, los viajes, los exámenes, la convivencia con los compañeros, todo cobra una nueva luz pasando por el tamiz de esta ceremonia. Es como un arco que lanza al mundo las flechas del conocimiento. Treinta y cuatro flechas que velarán por que la técnica no nos arrase, por que el analfabetismo científico no nos despoje de la emoción, por que el analfabetismo humanista no nos hurte la precisión. Treinta y cuatro flechas que embargarán de belleza las mentes que sean su blanco; que desleirán las turbias añagazas de quienes osen amenazar el patrimonio artístico.
            Cuando yo me licencié, también habría necesitado una ceremonia así. Pero, como muy bien recuerda Ignacio Henares, entonces no se estilaba. Recibías la última nota de la última asignatura de tu carrera y te marchabas con viento fresco de la Universidad. Y quedaba como una desorientación en el alma, una carencia, una orfandad. No cabe duda: ¡Hay que celebrar el esfuerzo y las conquistas! El sábado pasado, los estudiantes de Historia del Arte de la promoción 2007-2012 fueron una gavilla. Se unieron consigo mismos y con sus profesores. Cuando se desperdiguen, siempre llevarán impresa esta ceremonia. Será la aguja imantada que les marque el norte.
            Tras la entrega de diplomas, el vicedecano, Félix García Morá, les desea éxito en su vida y –añade–, “como mi especialidad es la Egiptología, también en la próxima”. Con la sonrisa del auditorio, Encarni Rodríguez, otra de las brillantes licenciadas, dirige el “Gaudeamus Igitur”.
¡Con qué gusto surcaría el espacio unido a estas nuevas flechas! Desgraciadamente, hace mucho tiempo que la Universidad me lanzó al firmamento. ¡Pero faltó este brío!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes 1 de mayo, 2012 

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