martes, 4 de enero de 2011

¡TOMADOS DE GRANADA, UNÍOS!

Pendoneo el 2 de enero de 2011 desde el balcón del
Ayuntamiento de Granada en conmemoración de la 
toma de la ciudad por los Reyes Católicos
(EFE, M.A. Molina)

¡Tomados de Granada, uníos!

Toma cortina de humo. Cuanto más en crisis se encuentra una sociedad, más la dislocan los asuntos triviales mientras se venda los ojos ante los importantes.
Toma o no Toma. To be or not to be. Y mientras unos y otros se afanan en sus razones, somos subrepticiamente tomados. Todos. Como gallitos, nos creemos dueños de nuestro destino mientras éste nos es abducido.
Síndrome del confinado. Somos rehenes de los tomadores, pero nos creemos libres discutiendo a quién le corresponde tomar el rayo de sol que se cuela por el ventanuco del calabozo.
Cristianos. Musulmanes. ¡Pero si todos los que vivimos aquí somos siervos del gran capital! Una sola llamada de Obama hizo que Zapatero dinamitara en un día el estado del bienestar. Nos han tomado, y aquí, en Granada, discutiendo sobre una Toma de hace 500 años. Como los eruditos de Constantinopla, dilucidando el sexo de los ángeles mientras los turcos sitiaban la ciudad.
Tirios y troyanos esgrimiendo sus pequeños dogmas cuando el Dogma nos apabulla. España es cada día más dogmática. Si ves que las grandes cosas pasan desapercibidas pero que las pequeñas mueven pasiones, entonces es que te encuentras en una sociedad fundamentalista.
Los españoles avanzan a pasos agigantados hacia el fundamentalismo. Unos, por la vía de lo políticamente correcto. Otros, por la de la religión. Otros, por la del integrismo nacionalista. Entre todos, componen un país que nunca ha sido tan pétreo, tan obcecado, tan estólido como ahora.
La polémica de la Toma es un símbolo. En la parte está el todo. Los parados mendigan, agonizan y hasta se suicidan, pero las fuerzas de la ciudad se abisman en la Toma. Las obras públicas se detienen ante nuestras puertas, como si fuéramos los apestados de España, pero las fuerzas vivas peroran sobre la Toma. La libertad es hasta tal punto precaria que palabras como “señorita” o “jamón” hacen rasgar las vestiduras; se modifican leyendas para adaptarlas a los oídos de los beatos de la igualdad, como las palabras de Aixa a Boabdil: “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre” (versión edulcorada: “No llores porque no hay motivo”); la presunción de inocencia se ha hecho añicos, y cualquier mera acusación es prueba fehaciente de culpabilidad, ¡y las fuerzas vivas dilapidando una energía preciosa con la Toma!
Tomados estamos. Como todos los cautivos, nos asimos a lo insustancial para olvidar la reclusión y creer que nos poseemos a nosotros mismos. Pero pertenecemos a otros. Los conquistadores son otros. Y quienes están a favor o en contra de la Toma, ambos, están tomados.
Lo mejor que podrían hacer es unirse y desplegar su fuerza donde realmente debe ser desplegada: en los abductores; en quienes nos conquistan sin capitulaciones ni contratos; en aquellos que arruinan a un país para comprarlo a precio de saldo.
¡Tomados de Granada, uníos!

Diario IDEAL, martes, 2 de enero, 2011

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