martes, 24 de abril de 2012

DENISA

«Denyse se ha traído el mundo a Bubión»

Denyse Bertrand, la segunda por la izquierda, tras Andrés Monteagudo. Alfonso Alcalá, al fondo (cuarto por la izquierda). Rafael Vílchez, primero por la derecha. Junto a él, Gregorio Morales 

Denisa

Cuando Denyse llegó en los años 80 a Bubión, venía de la Movida madrileña, del brillo vanguardista de galerías como Moriarty, de Malasaña y su glamour de pana, de la fantasía turgente y multicolor del Rock­‑Ola. Venía de la belleza, del misterio, de la pasión. Y antes había arribado de Canadá, lugar de nacimiento, y de Nueva York, donde, tras haber estudiado en el mítico American Ballet, anduvo grácil por pasarelas y salas de danza.
Alta, espigada como la Venus de Botticelli, Denyse Bertrand fue dejando aquella vida intensa y a salto de mata para radicarse en este hermoso pueblecito, amable en verano, y duro, frío en invierno. Y se hizo tan lugareña que se convirtió en Denisa. Una más en Bubión, aunque, para la Movida, seguía siendo la pintora intrépida arribada del Norte y que enamoraba como Sigrid al Capitán Trueno.
De superlativa inteligencia, Denyse es versada en literatura francesa, inglesa y española. ¡Y qué castellano habla! Puede darle clases al más pintado. Juega con las palabras, se introduce en sus recovecos, les saca punta, las afila, les da la vuelta, las junta con extraña pericia, renovando el lenguaje hasta el extremo de que el español emerge de su boca como recién creado, con inusitada fuerza, casi como una bomba… Con su fina ironía, que no elude las indirectas, la provocación inteligente o la eclatante acidez, conversar con ella es un reto para las mentes abiertas. Aunque en su papel de Denisa es campechana y tiene siempre una palabra amable, una sonrisa, un gesto de cariño para quien se cruza con ella.
Denyse creó Debla en pleno corazón del Poqueira, una galería de arte misteriosa, para iniciados, una caverna que se adentra en la tierra como las catacumbas romanas. Aquí tienen sus altares santos como Alberto García-Alix, Ceesepe, Julio Juste, Jordi Teixidor… Cada día, como si orara, Denyse les infunde energía. Son su cordón umbilical con las autopistas de la creación.
Franqueé las puertas del este santuario el pasado sábado, cuando se inauguraba una exposición de Andrés Monteagudo, que hace una arte parejo al alma de la sima, indagando en los renglones del Universo, tratando de leerlos, buscando a través de realidades paralelas las concomitancias de la materia con lo invisible. Varias lenguas y surtidos asistentes. Entre ellos, Alfonso Alcalá y Rafael Vílchez.
            Si don Manuel Azaña hubiera conocido a Denyse, la habría frecuentado. En su defecto, lo hacen los azañistas, que nomadean todos los agostos para estar unas horas con ella, escuchar sus agudas observaciones, acompañarla a bailar un pasodoble en la plaza de la Iglesia, o compartir el agua cristalina de la Fuente del Lavadero.
A fin de cuentas, no son las personas quienes van a los sitios, sino los sitios los que viajan con las personas. Denyse se ha traído el mundo a Bubión. Y, por eso, Bubión, aunque pequeño, es inconmensurablemente grande.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 24 de abril, 2012 

2 comentarios:

  1. Este retrato de Denyse y su mundo es un hermoso resumen del ambiente de cratividad con sensibilidad que destila. La exposición de Monteagudo es una buena excusa para ver lo que se cuece en Bubión y Debla ¡Gracias!

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