martes, 19 de mayo de 2015

ENCUENTRO EN MONTE VÉLEZ

«Sentí el alivio de no ser nada, es decir, serlo todo junto a otros niños, aquellos niños que habían sido compañeros y amigos» 

Un viejo álbum sirve para bucear en los compartidos recuerdos infantiles de estos amigos reunidos en el restaurante Monte Vélez (Huétor Vega, Granada) el 15 de mayo de 2015 Foto: Lo Real Invisible 

Encuentro en Monte Vélez 

El viernes me fue regalada la infancia. Mi infancia. Me cayó en tromba, rotunda, insoslayable. No es que me volvieran los recuerdos. Es que di un salto... y era de nuevo un niño, el niño que vagas memorias dicen que fui, pero ahora era tan real como el laboratorio del tiempo donde ocurrió todo: el restaurante Monte Vélez, en Huétor Vega, nave sideral que planea sobre la campiña de Granada.
¡Qué dicha! Los achaques desaparecieron, el orgullo y la ambición se hicieron trizas, la plenitud y la aceptación lo ganaron todo, sentí el alivio de no ser nada, es decir, serlo todo junto a otros niños, aquellos niños que habían sido compañeros y amigos: Daniel, Nacho, Cueto, Medina, Enrique, Luiso, Antuán, Miguel Ángel, Pepillo, Galiano, Juan de Dios, Fredy, Alejandro, Alfonso, Rivera, Jorge, Ceballos, Migue, Vargas...
Cierto que para cualquier observador éramos hombres maduros, calvos algunos, otros con barriga cervecera, el de aquí con canas, el de allá curtido de surcos... Pero el milagro estaba dentro, en nuestros ojos, en nuestra memoria, en nuestro corazón. Lo que yo veía era al niño con pantalones cortos y macuto a la espalda subiendo un monte, al chaval espigado dando una clase al aire libre, al grupo de adolescentes en una redacción confeccionando un diario a multicopista, al autocar repleto de chaveas rumbo a la Alfaguara donde las tiendas de campaña serían acogedores palacios...

Mirando al frente, es decir, a la niñez. En primer término, Ignacio Jiménez Soto y Gregorio Morales VillenaFoto: Daniel Linares Girela

¡Hacía tanto que no había visto a estos niños! Dejé de verlos a los 17 años cuando el vendaval del tiempo me tomó como una hoja volandera y me llevó de aquí para allá y me mostró nuevos paisajes y nuevas personas y me fue transformando en muchos yoes, tantos que el niño quedó enterrado bajo innumerables sedimentos, como las ciudades antiguas sobre las que crecen cosechas, avenidas de asfalto y manzanas de edificios.
¿Tuve alguna vez una infancia? Dudaba tanto de mis recuerdos que, en más de una ocasión, llegué a pensar que eran inventados o que estaban metamorfoseados, o simplemente se habían ido, los había perdido, eran lagunas en un pasado hecho harapos. El milagro, sin embargo, lo restauró todo, como esas maravillosas reconstrucciones digitales de ciudades antiguas que muestran los documentales. ¡Salvo que no era virtual, sino real!

¡Cuántos kilómetros compartidos en los primeros años de nuestras vidas! De izda. a dcha.: Ignacio Jiménez Soto, Daniel Linares Gireral, Betro Cueto y Gregorio Morales Villena

El dios Hermes, el de las sandalias aladas, me había traído desde el Olimpo de Facebook el mensaje de Daniel: «Reunión en Monte Vélez. ¿Te apuntas?». Y, sí, me apunté. Al llegar, la poción mágica que había diluida en el ambiente me poseyó, y sobre las caras anónimas de talludos adultos fueron emergiendo los niños de  mi infancia, observaba sus gestos, escuchaba sus palabras, replicaba con las mías mientras el pétreo barro pegado al corazón se deshacía y me sentía uno con ellos y me embargaba la unidad de la vida y la ridiculez de los roles, porque lo hermoso es que todos habíamos bregado con los obstáculos y habíamos sabido llegar hasta allí, y esto era lo único que importaba, esto era el éxito.
¡Emoción asombrosa ser simultáneamente niño y adulto! Ambas cosas aunadas en un perfecto círculo sin comienzo ni final. Tal vez todo comenzaba ahora. Tal vez acabó entonces. ¿Qué más da? Fui un niño y hubo otros niños con los que experimenté el mundo. Ahora lo sabía. No por vagas evocaciones, sino con la abrumadora certeza del corazón.

GREGORIO MORALES VILLENA
Diario IDEAL, martes, 19 de mayo, 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta este texto