martes, 17 de agosto de 2010

MERIENDA CANÍBAL

Juan Carlos Benavides y Luis Rubiales
en el anuncio de su alianza

MERIENDA CANÍBAL

Un partido que es Juan Carlos Benavides, el pisador de Almuñécar. Y ahora también Luis Rubiales, el ex pisador de Motril. Dos podencos con el collar de Convergencia Andaluza, el partido que no existe ni existirá nunca.

Los ves ahí, el uno junto al otro, mirándose recelosos con el rabillo del ojo, y el futuro se muestra en toda se crudeza: no llegarán juntos muy lejos. El destino de un pisador es pisar. Y Benavides pisará a Rubiales, y Rubiales, a Benavides. Y armarán la de Dios, como la han armado por todas partes.

Aunque estos hombres se miraran a un espejo entre la multitud, sólo se verían a sí mismos. En las fotos del dúo que ha publicado la prensa, Benavides sólo ve a Benavides, y Rubiales, a Rubiales. El uno ve al otro como extensión de su poder. “¡Mira qué grande soy que me he aliado con éste!”.

La costa se las trae al pairo. Lo único que les importa es ser el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. El uno, astuto, muñidor, solapado, vengativo. El otro, obsesivo, dogmático, arbitrario, irascible. Mientras se puedan beneficiar el uno del otro, seguirán juntos, aunque se denigrarán recíprocamente en secreto. Pero cuando las cosas vayan simplemente regular, las dagas volarán entre Motril y Almuñécar. El problema es que, tras uno, están los sexitanos. Tras otro, los motrileños. ¡Y ambos no dudarán en sacrificarlos a sus intereses!

En Almuñécar, quien no acata los dictados de Benavides, lo lleva claro. Es hostigado hasta la náusea. Un almuñequero me escribe en desesperada petición de ayuda: “Los corruptos del Ayuntamiento me persiguen y me dañan, parándome obras, cerrándome accesos a mi propiedad, dejando grúas encima de mi casa… En abril de este año me amenazó un policía local porque protesté a la guardia civil por no poder acceder a mi propiedad. El policía se vengó denunciándome por desobediencia”. Y no es algo aislado. Serían legión en Almuñécar quienes atestiguarían cosas parecidas. Y bien ¡a los motrileños se les presenta ahora la posibilidad de vivir también de rodillas!

Estos hombres enarbolan su soberbia como virtud. Hacen creer que es la justa indignación por el relegamiento de sus ciudades. Y el pueblo cree que son justicieros. Pero de eso nada, monada. Ninguno busca la justicia, sino hacerse justicia a sí mismo. Y en su egolatría, esa justicia pide la sangre de todo quisque. Son como el dios de los aztecas, que exigía corazones para que el sol no se precipitara al abismo.

En Convergencia Andaluza, el partido fantasma, sólo hay sitio para Benavides o para Rubiales. El otro debe ser merendado. ¿Quién se merendará a quién? Entre caníbales anda el juego. Tal vez lleguen a las elecciones. Eso sí, a condición de que el Partido ulule sólo en privado y en noche cerrada, como los fantasmas de pro.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes 17 de agosto, 2010

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