martes, 14 de junio de 2011

INDIGNADOS Y VAMPIROS

Vampiros buscan indignados

Indignados y vampiros

Políticos de todos los signos se ofrecen para liderar las reivindicaciones de los indignados. ¡Y, sin embargo, son los mismos que, por acción u omisión, con el silencio cómplice o la colaboración taimada, han llevado España a esta tercermundista postración!
            Quienes por su ineficacia han producido la indignación de miles de ciudadanos y les han obligado a tomar las calles, quieren ahora capitanearlos. ¡Hay que desconfiar de ellos! Son como el rey Midas, salvo que, en lugar de transformarlo todo en oro, anquilosan cuanto tocan. ¡Me imagino el movimiento en sus manos!
Antes de confiar en ellos, hay que probarlos. Lo primero es romper sus manidos esquemas. Hablar con ellos, por ejemplo, de la situación política. Si critican al contrario pero hacen la vista gorda sobre los suyos, lo mejor es mostrarles el trasero. ¿Cómo va a dirigir un movimiento quien sólo ve media realidad? Los que tienen vigas en los ojos no pueden guiar una caravana.
Hay que pedirles a los de derechas cosas consideradas de izquierdas, y a los de izquierdas, de derechas. Si se arredran, o se ofuscan, o se escandalizan, entonces tampoco sirven. En realidad, no existen ni las derechas ni las izquierdas, sino la coherencia, la sensatez, el talento y el amor a los otros, y nadie tiene la exclusiva. Si no son capaces de saltar por encima de los prototipos, ¿de qué van a ser capaces?
Hay que preguntarles qué les mueve a querer enarbolar las reivindicaciones de los indignados. Si dicen que es por el pueblo, o porque buscan la democracia real, o porque el país necesita una renovación, se recomienda estallar en estruendosas carcajadas. ¡Es mentira! ¡Es pura demagogia! Sólo los que han sentido en sus carnes la miseria de la política española, la promoción de los sumisos, el desprecio del talento, el imperio del dinero fácil, la penuria laboral, las caudinas leyes de igualdad, sólo esos tienen razones para que esto cambie ¡Pero estos políticos han visto cómo los españoles eran heridos y ninguno ha renunciado a su confortable observatorio! ¿Cómo van a cambiar las cosas quienes se sienten confortables? Bastará con insinuar que pueden perder su confort para verlos huir aturullados y despavoridos.
Hay que preguntarles para qué quieren cambiar España. Y cuando estén ampulosamente respondiendo, cortarlos. E inquirirles por sorpresa qué defectos propios han corregido a lo largo de su vida. Si no saben qué responder, si vacilan, si balbucean generalidades o tópicos, entonces hay que batibolearlos con una contundente coz. ¡Tampoco sirven! ¿Cómo va a cambiar un país quien no ha sabido cambiarse a sí mismo? Buscan fuera lo que no tienen dentro. ¡Éstos son los más peligrosos! Con ellos, la gangrena está asegurada.
¡Hay que examinarlos una y mil veces! Drácula siempre engaña para sorber sangre fresca. Si los indignados no quieren convertirse como ellos en adocenados vampiros, ¡que repelan sus letales besos!

Diario IDEAL, martes, 14 de junio, 2011

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