jueves, 2 de febrero de 2012

ESCRITORES Y POLÍTICA

«¿Ha plagiado José Luis Muñoz su novela “Llueve sobre la Habana”?»
"Llueve sobre la Habana", novelas homónimas de Julio Travieso Serrrano y José Luis Muñoz

Dos narradores ante Cuba

“Cuba acusa al escritor español José Luis Muñoz de plagiar su última novela”, afirman los titulares de prensa. Se refieren a “Llueve sobre la Habana”, que se basaría en la homónima del cubano Julio Travieso Serrano.
    Pero el mundo literario no es nunca lo que parece. Siempre median en él suspicacias, rivalidades, y, a menudo, invisibles intereses. Y es que, aunque extrañe, el pensamiento sigue teniendo un inmenso poder. Se suele ser más permisivo con quienes infringen la ley que con quienes cuentan la infracción. Peor aún si lo hacen con pericia, arte y sabiduría.
    ¿Es posible que todo un país acuse a un escritor? Por estos titulares de prensa, parece que sí. A menudo los escritores han estado en el punto de mira de quienes no toleran pensamientos divergentes. Escribir de verdad siempre ha resultado peligroso. Peligrosa se ha hecho para José Luis Muñoz su última novela.

¿Plagio?
La acusación de plagio la ha difundido la Agencia Literaria Latinoamericana, un organismo del Estado cubano. A menudo, sus directores han pasado previamente por otros entes de la Administración. Olga Lidia Triana, su actual directora, ha sido, entre otras cosas, vicepresidenta del Instituto Cubano del Libro. De esta forma, en efecto, es como si la Cuba oficial hubiera hecho la denuncia, máxime en un país donde no se mueve nada sin el visto bueno de las alturas.
    ¿Pero ha plagiado realmente José Luis Muñoz a su colega? Para demostrarlo, la Agencia muestra fragmentos como los siguientes:

Julio Travieso Serrano, en la página 113: El chulo Camel, al ser detenido por la policía, se comporta cobardemente frente a los agentes. ‘Yo no hice na, yo no hice na’, dice.

José Luis Muñoz, en la página 53: Al ser detenido por la policía, el chulo Vlad González no opone resistencia, se comporta cobardemente. ‘No sé a qué esta detención’, dice.

    ¡No cabe duda de que el escritor español ha plagiado, y mucho! ¿O no? ¡Ay sorpresa! Si vamos a la página en cuestión, ¡resulta que ese párrafo no existe! Es una mera elaboración redactada por los denunciantes. Sólo son textuales en ambas citas las frases entrecomilladas, ¡pero éstas sí que son distintas! La perversidad consiste en darle la misma forma a los dos párrafos, de modo que quien no conozca las novelas, deduce que uno está copiado del otro. No se trata sino de una manipulación que cae hecha añicos en cuanto abrimos los originales. Así, Muñoz no utiliza nunca la palabra “chulo” para referirse a su personaje. La misma inconsistencia hay en el resto de las pruebas esgrimidas. Todas son arbitrarias, sacadas de contexto y tendenciosamente interpretadas.

Diferencias
¿Pero por qué, qué finalidad tiene tan gratuita acusación? Los dos autores hacen un relato magistral de la Habana de los años 90, constreñida por el duro embargo norteamericano, una Habana pobre pero vitalista, con ansias de sobrevivir. ¡Pero hay una clara diferencia! La novela de José Luis Muñoz, sin habérselo propuesto, deviene un descarnado y demoledor retrato del castrismo, constituyendo su tema principal el miedo de las autoridades a Estados Unidos, más allá de las proclamas anti imperialistas. Y, en este trasfondo, se muestran la corrupción, el engaño y la liviandad. Y también el valor. Entre los pequeños héroes, está el escritor Virgilio Utrillo, muerto de hambre por no seguir los preceptos del Régimen, y cuya mujer se ve obligada a ejercer la prostitución.
La novela de Julio Travieso, sin embargo, no es que sea complaciente, pero pasa de puntillas por los temas espinosos, los elude, mira a otra parte. El Régimen no es nunca responsable, sino en todo caso, los individuos, y tiene un cuidado extremo sobre qué individuos carga alguna crítica. Ni por asomo llega a insinuar cosas como ésta que escribe Muñoz: “Ese era uno de los pocos negocios [un burdel] que había sobrevivido a la dictadura de Batista, y decían, aunque nadie podía probarlo, ni decirlo en voz alta, que porque el compañero Fidel pasó unos días de orgías con las muchachas y ordenó luego que se hiciera la vista gorda” (pág. 69).
    En este contexto, la acusación de plagio huele mal. Lleva el tufo de una venganza orquestada, sabe al típico castigo que se practicó con pericia en los tiempos de Stalin en la extinta URSS, cuando a los escritores no gratos se los denigraba en el diario Pravda, y luego se usaban esas descalificaciones como prueba de su culpabilidad. De esta forma, miles y miles de escritores vieron confiscados sus manuscritos, fueron detenidos, encerrados en los sótanos de la Lubianka, y muchos de ellos no volvieron a ver la luz del sol. El gran Isaak Babel fue uno de ellos.
    Sospechosamente la acusación de plagio llega en un momento de reactivación del victimismo castrista con sus tradicionales tópicos. Sólo un día después de que la Agencia Literaria Latinoamericana acusara a Muñoz de plagio, la prensa difundía las belicosas declaraciones de Fidel Castro contra Estados Unidos y España, éstas en las figuras de Aznar y Rajoy. La contigüidad es claramente significativa.
    ¿Implica lo anterior que las novelas de Julio Travieso Serrano y José Luis Muñoz no tienen nada que ver? En absoluto. Tienen mucho que ver, hasta el punto de que resultan complementarias para conocer La Habana. Pero sus similitudes son sólo temáticas. Las mismas similitudes que habría, por ejemplo, entre dos novelas que se desarrollaran en la Guerra Civil española.
    José Luis Muñoz ha sido víctima de lo que podríamos llamar “un incidente diplomático”. Lo que resulta esencial en una novela negra, la crítica social, no ha caído bien en algún alto punto de la pirámide jerárquica cubana. No será la primera ni la última vez que el pensamiento crea ronchas. Y es que no hay nada que no sea veraz que no produzca un cierto escándalo o incomodidad. Es la marca de que un libro es bueno, de que su autor ha desvelado lo que permanecía oculto. Julio Travieso Serrano llega al corazón humano. Pero José Luis Muñoz llega al corazón humano y también al corazón de Cuba. Y eso es ya demasiado. Nadie ama los espejos reales aunque se escondan en las olorosas páginas de un libro. Aunque lo realmente importante de este incidente es que la literatura sigue teniendo un inmenso poder. Y que los novelistas son absolutamente necesarios para la libertad. Tanto el cubano como el español, cada uno con sus medios y las posibilidades a su alcance, abren camino a un mundo más justo.

Recuadros

Crítica del Régimen
José Luis Muñoz:
-Tener gota en Cuba era contrarrevolucionario, era ser merecedor de un pelotón de fusilamiento. (Pág. 73).
-El socialismo los había igualado a todos, bien cierto, pero en la miseria, la socialización de la pobreza salvo para los comecandelas. (Pág. 33).
-Prefería la dieta de bofetadas, que le pegara mucho y fuerte el instructor, antes de verse en un campo de reeducación, asistiendo a clases doctrinales del partido y cortando caña a machetazos desde que salía el sol hasta que se ponía. (Pág. 55).
-¿No son los gringos nuestros enemigos jurados? ¿Pues por qué son intocables? (Pág. 65).
-El comandante las agotaba no templando sino dándole a la muela, porque quería hacer de ellas putas marxistas. (pág. 69).
Julio Travieso Serrano:
-Si no tienes un trabajo te pueden sancionar con la Ley contra la vagancia. (Pág. 19).
-Por fin, recuerda a Milagros, casada con Hermes, que es chulo de su esposa y, además, recoge apuestas para la lotería clandestina. (Pág. 53).
-No me desagradaría que me guardasen ahí, siempre y cuando a mi lado pusieran ilustres vecinos, por ejemplo, un general y un ministro. Incluso aceptaría a un Héroe del trabajo socialista que no tenga mucho olor a sudor. (Pág. 58).
-¿Por qué comiste con Miranda? Sabes que es un enemigo de la Revolución. (Pág. 82).

Argumento
José Luis Muñoz:
La sádica muerte de una joven por un norteamericano y la consiguiente investigación policial ponen al descubierto las entrañas de la Habana, mostrando filias, fobias, contradicciones y anhelos del pueblo cubano. Publicada por Editorial la Página (2011).
Julio Travieso Serrano:
El amor por una jinetera revela el encadenamiento trágico de varias vidas que no son sino el trasunto trágico de La Habana. Publicada por Editorial Renacimiento (2009).

Biografía
José Luis Muñoz (Salamanca, 1951). Desde 1985, ha publicado treinta libros, sobresaliendo sus novelas de género negro. Está en posesión de prestigiosos premios como el Tigre Juan, Azorín, Café Gijón, La Sonrisa Vertical y Camilo José Cela, y ha publicado numerosos artículos de opinión y reportajes en diarios y revistas. Su concurrido blog se llama “La soledad del corredor de fondo”.

Julio Travieso Serrano (La Habana. 1940). Licenciado en Derecho por la Universidad Lomonosov de Moscú, se doctoró en el Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias en la URSS. Trabajó como profesor y también como periodista en Cuba y México. Su obra ha sido traducida a varios idiomas como el alemán e italiano. Posee la orden A.S.Pushkin que confiere el Estado ruso por el conjunto de su obra.

GREGORIO MORALES

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