miércoles, 18 de julio de 2012

HOMBRE SILENCIOSO

«¿De qué te quejas? ¡Tienes lo que te mereces!»  

Ciudadanos silenciosos
(ilustración de Iván Solbes)

Hombre silencioso

Has visto la política de lejos, como algo pintoresco, ridículo tal vez, al margen de tu vida. ¡Allá los hombres públicos! No iba contigo. Cuando salpicaba aquí y allá un caso de corrupción, te encogías de hombros. “¡En el otro partido son peor!”, te decías. Y hasta llegabas a comprenderlo y te decías: “¡Quizá yo habría hecho lo mismo!”.
Cuando los casos de corrupción, martingalas, engaños y latrocinios fueron subiendo en la jerarquía, hasta te parecía divertido. “¡Pobres, lo que están sufriendo!”, te apiadabas. Tampoco iba contigo. ¿Acaso interfería tu vida? Cuando descubriste que cientos de millones de euros se dilapidaban por los Gurtel o los ERE para hacer clientelismo político y pingües negocios, a lo más expresaste una pequeña sorpresa que ni siquiera te impidió votar a los responsables. “¡Todos están manchados! ¡A alguien habrá que votar!”, exclamaste. Y nuevamente te olvidaste. El mundo de la política estaba demasiado lejano, era como un filme americano donde podían morir los protagonistas mientras tú comías tranquilamente frente al televisor.
Cuando te enteraste de que los órganos democráticos estaban inflados con asesores, puestos de confianza, directivos cañí, gandules con camisa abierta o fijador, te pareció natural. ¡Tú también habrías puesto a tu hijo o a tu cuñado! Al fin y al cabo no iba contigo. ¿Te molestaban acaso? ¿Se metían en tus cosas? Cuando veías las cuchipandas, el gasto desaforado, las construcciones inútiles, las reformas de lo reformado, los despachos suntuosos, los edificios megalómanos, te decías que el poder era eso, ¿no? Y hasta sentías una secreta envidia. ¡Te habría gustado tanto estar en esos fiestones, acceder a esos edificios, vivir en ese dispendio dorado! Y sonreías con indulgencia. ¿Te incomodaban acaso?
Cuando te percataste de la permanente lucha autonómica por conseguir más trasferencias, cuando observaste el victimismo respecto del gobierno central, cuando incluso sospechaste un centralismo autonómico idéntico al que ellos mismos criticaban, te dijiste que las autonomías eran después de todo el lado bueno, las que realmente te protegían. Aunque te ataban con continuas leyes, prescripciones, disposiciones que doblaban, negaban o contradecían a las nacionales, tejiendo sobre ti una red de lazos inmovilizantes, tuviste la suerte de que ninguno te asfixiara férreamente. ¿Entonces qué más daba? ¿No estaban los parlamentos para elaborar leyes? ¿Había algo malo en tener más leyes que cualquier otro país del mundo?
Pero no sabías ¡ay! que todo eso se pagaba con tu dinero. Para poder mantener aquello con lo que condescendías, se habían pedido créditos y créditos y créditos… ¡Y tú, hombre silencioso, sin saberlo, eras el fiador! ¡Tú eras la garantía del dinero desorbitado, de los cargos inflados, del lujo trivial, del despotismo idiota, del latrocinio hecho institución! ¿Que no iba contigo? ¡Lo estabas pagando tú! Sólo lo comprendes ahora, cuando te reducen el sueldo, te quitan la extraordinaria, te aumentan las horas laborales, te dirigen como un esclavo. ¿De qué te quejas entonces? ¡Tienes lo que te mereces!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 17 de julio, 2012

8 comentarios:

  1. Magnífico, lúcido artículo, Gregorio. Lo reproduzco en facebook con tu permiso. Un abrazo.

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    1. ¡Qué alegría saber de ti, Josevi! Se te echa mucho de menos. Gracias por tus palabras y por compartir, viniendo ambas cosas como vienen de un maestro.

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  2. Siempre tu lado critico al filo de la navaja.
    Lo comparto en mi facebook
    Besos

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    1. ¡Nuestro lado crítico, Marian, al filo de la navaja! Porque, en eso, somos almas gemelas. De ahí que me guste escuchar tus opiniones. Gracias por ésta. Y por compartir en tu Facebook que tiene tanta o más audiencia que televisión española.

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  3. Hola Gregorio es un placer leer tu escrito...Me gusta como sacas punta al lápiz para decir y escribir verdades en tiempos difíciles...

    Un abrazo de MA.
    El blog de MA.

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    1. ¡Gracias, MA! Para la verdad, son siempre tiempos difíciles. ¡Sólo que ahora comienzan a darse cuenta de que el rey estaba desnudo! Terrible cuando se han alabado sus ropajes. Seamos como los niños, y no veamos otra cosa sino lo que tenemos delante.

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  4. "O pior cego é o que não quer ver". Muito bem escrito, Gregorio. Vou divulgar no facebook. Grande abraço do Porto,
    Rui Vaz Pinto

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