martes, 15 de julio de 2014

BRAZOS

«Produce miedo lo que se deriva de estos dos monumentos: la cultura y el universalismo frente al lenguaje de las pistolas y los valores obsoletos» 

El emperador Carlos V, con el brazo amputado; los brazos falangistas, enhiestos 

Brazos 

Hay brazos y brazos. El de Carlos V, en la plaza de la Universidad, es amputado cada año por necios estudiantes. Los de Falange, sin embargo, en la plaza de Bibataubín, no hay Dios que los abata y han permanecido izados durante la Democracia y aún siguen tan campantes. ¿Puede haber un mejor símbolo de Granada?
Carlos V, adalid del europeísmo, que pensó en Granada como una de las grandes capitales de su imperio, impulsor de la Universidad, cosmopolita, hablante de varias lenguas, vejado sistemáticamente, y lo que es peor, por estudiantes. Los brazos falangistas, sin embargo, alzados en saludo fascista, respetados, incólumes, desafiantes, vencedores del tiempo y hasta de las leyes.
Como los símbolos expresan cabalmente lo que es una sociedad, produce miedo y desesperación lo que se deriva de estos brazos puestos frente a frente: la cultura, el universalismo, la inteligencia, la razón, abatidos; el lenguaje de las pistolas, la irracionalidad, la violencia, los valores rancios y obsoletos, exaltados.
¿Es posible que nuestra España sea ésta? Si yo no fuera español, si yo no le deseara con todo mi corazón lo mejor a este país, diría que esta perversa inversión demuestra hasta qué punto España puede ser hoy pasto de mesianismos, caudillismos, decisiones apolilladas, salidas irracionales y violentas. Reconocería con aprensión que no ha habido democracia en estos 40 años, sino indolente olvido, desinformación pancista, enseñanza precaria, alfabetización acrítica, conduciendo a nuestra juventud hacia una desidia patológica que odia el talento y acata cuanto lo humilla y limita.
¿No hace lo mismo nuestra televisión? No hay cadena que respete los títulos de crédito, de modo que, cuando queremos saber a quienes debemos dar el mérito de una maravillosa película o documental, les cortan el brazo para mostrarnos en su lugar brazos vacíos, insustanciales, ociosos, cuyo mérito no es el haber hecho algo, sino precisamente no haber hecho nada. La estatua de la Falange burlándose de la de Carlos V. Cuadra todo, porque cuando te alejas y ves en perspectiva, los hechos que parecen azarosos o fortuitos revelan un sentido pleno, preciso, igual que las grandes figuras del desierto de Nazca.
Vivimos en una España cansina y desmemoriada que puede ser el germen de cualquier fascismo o populismo. Los gobernantes españoles deben de estar orgullosos porque todo su esfuerzo ha sido disponer de la misma docilidad social de que dispuso el general Franco. ¿No ha ocurrido hasta en los partidos, donde los militantes son una figura decorativa? Incluso cuando votan secretamente, obedecen las consignas de la oficialidad.
España es el monumento de López Burgos frente al de Leone Leoni. Puede que retiren el primero, pero los brazos seguirán en alto. Mientras tanto, hasta han pensado en hacer la figura de Carlos V de un material más duro para que no lo desarbolen periódicamente. No saben que no es cuestión de materiales, sino de mentes. ¡Son las mentes las que hay que cambiar! Si no se hace así, el Emperador seguirá siendo objeto de cretinas mofas mientras los enhiestos brazos falangistas crecerán en fuerza, aunque se les encierre en un recóndito almacén, ya que el fascismo y la superstición se fortifican en la oscuridad. ¡Son las conciencias las que hay que hacer de acero! ¡Entonces Carlos V jamás perderá su brazo mientras los otros caerán por sí solos hechos añicos!

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 15 de julio, 2014

2 comentarios:

  1. Un magnífico artículo. Yo añadiría los brazos caídos, siempre indeterminados ante la historia, ante el devenir. Los brazos del "granaíno" medio, siempre conformistas y entregados al fatalismo de lo absurdo, cuando no de lo estólido.
    Con tu permiso enlazo este artículo en las redes. Merece la pena difundirlo.
    Un abrazo,

    AG

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    1. ¡Llevas razón, Alberto, los brazos caídos! La verdad es que a veces deberíamos escribir los artículos al alimón, ¿no te parece? Gracias por compartir esta llamada contra los brazos rígidamente alzados o fofamente caídos, que no sirven para hacer nada, y a favor de los brazos flexibles, que son los que trabajan y crean. Y que son también la verdadera democracia.

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