martes, 2 de junio de 2015

SENSATEZ

«Granada debe recuperar su espíritu universal, dejando anclados a los políticos antojadizos, doloroso trasunto de los brujos de una tribu» 

Luis Salvador, cabeza de lista de Ciudadanos en Granada, junto a Albert Rivera
Foto: IDEAL 

Sensatez 

El delirante capricho de hacer que un megautobús cruce el pequeño centro de Granada, segregando flagrantemente a los barrios (y al mismo centro), no sólo le ha salido carísimo a la ciudad (escandalizará el día en que se sepa), sino a sus promotores, Torres Hurtado y Telesfora Ruiz. A ello se debe la sangría de votos del PP. Su peregrina, cateta, avasalladora y clasista implantación de la LAC, un lastre para una ciudad de las dimensiones de Granada, ha enconado los ánimos de los ciudadanos, cuya mayoría no quiere escuchar ni hablar del alcalde ni de su concejal de Movilidad.
Por eso la propuesta de Ciudadanos de que ambos no repitan en el nuevo Ayuntamiento es de una sensatez meridiana, a la que ya no estábamos acostumbrados, dada la arbitrariedad y la falta de empatía con las que durante doce años se ha ejercido el gobierno municipal. En puridad, la incompetencia de Telesfora Ruiz la habría llevado en cualquier país democrático a no formar parte de ninguna lista electoral, como tampoco ningún partido con democracia interna y dos dedos de frente habría elegido como alcaldable a una persona como Torres Hurtado, que no sólo ha sido el peor regidor en 500 años de historia de la ciudad, sino que llega a un cuarto mandato como por inercia, desganado, pero, eso sí, con su tradicional desdén multiplicado.
Desde luego, si Ciudadanos quiere conectar con los votantes, no puede ni debe pedir otra cosa que apartar a Telesfora Ruiz de Movilidad y reclamar a Hurtado que haga mutis por el foro. Y eso a pesar de que el final del segundo está cantado, pues, en el caso improbable de que pudiera seguir adelante con un gobierno minoritario, doce años de prepotencia crean carácter y no podría soportar su posición precaria durante mucho tiempo, por lo que antes o después tiraría la toalla.
Por el bien de la ciudad y de su habitantes, resulta perentorio que vuelvan las antiguas líneas de autobuses, las únicas racionales para el trazado de Granada; que se rebaje la presión sancionadora que hasta ahora han soportado los granadinos, en una obscena “industria de la multa”, con exclusivo afán recaudatorio; y que se abran vías de diálogo, sin autoritarismo, mirando al bien común, no a la visión iluminada de políticos mesiánicos.
De modo que Ciudadanos está en el camino correcto. Lo que pide es lo que pide la mayoría de los granadinos. Repicarán las campanas el día en que de nuevo se pueda llegar directamente desde los barrios al centro de la ciudad, acabando con esta larga impostura fruto de una política personalista, envanecida y oligárquica. Será también un día de gloria cuando no tengamos en el Ayuntamiento al que ha sido el principal enemigo de los granadinos, quien ha tomado la mayoría de sus decisiones en contra suya.
Hay que volver a hacer amable Granada, convertida durante lustros en ciudad hosca, agresiva, destemplada. Los granadinos deben sentir que el gobierno municipal los quiere, vela por ellos, defiende sus intereses, contrariamente a lo que ha hecho hasta ahora: maltratarlos, sancionarlos, subirles desproporcionadamente los servicios, actuar de espaldas a sus intereses. En manos de los nuevos partidos está devolver la cordura, impregnarlo todo de sensatez. Granada debe recuperar su espíritu universal, dejando anclados a los políticos antojadizos, doloroso trasunto de los brujos de una tribu.

GREGORIO MORALES VILLENA
Diario IDEAL, martes, 2 de junio, 2015

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