martes, 30 de septiembre de 2014

NACIONALIZAR EL SENY

«Para comprender España no hay que ir a Castilla, sino a Cataluña» 

Presentación del libro "Nos duele Cataluña" (Galland Books) el 24 de septiembre de 2014. De izquierda a derecha: Begoña Marín, autora; Albert Boadella; Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior; Augusto Ferrer-Dalmau; y el editor de Galland Books. Foto: Lo Real Invisible

Nacionalizar el seny 

Están Albert Boadella y el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en la presentación madrileña del libro de Begoña Marín “Nos duele Cataluña” (Galland Books), un serie de entrevistas a quince sobresalientes catalanes, entre ellos el escultor Augusto Ferrer-Dalmau, también presente, Félix de Azúa, Javier Nart, Carmen Rigalt, Arcadi Espada, Aleix Vidal-Quadras, Albert Rivera…
            Una reflexión oportuna en un momento clave de nuestra Historia. Los pensamientos de quince ciudadanos universales que saben que Cataluña comienza en los Pirineos y acaba en Tarifa, porque España y Cataluña son metonímicas, y porque la segunda, como nos recuerda Fernández Díaz, fue miembro fundador de la primera. Y porque el ochenta por ciento de cuanto pasa por nuestra vida está ligado a Cataluña. La titularidad privada del agua de Granada pertenece a Aguas de Barcelona; son catalanes la mayoría de los libros que leemos; sucede lo mismo con las medicinas con que nos tratamos; o con los cosméticos y cremas de belleza; o con los espumosos; no digamos con la ropa; ¡hasta el lavabo y la bañera son catalanes!
¿Podría ser de otra manera cuando Cataluña ha sido la región más dinámica de España y ha modelado el país a su imagen y semejanza? Para comprender España no hay que ir a Castilla, sino a Barcelona. O a San Sebastián. Está todo tan inextricablemente unido, que la amputación de una parte traería nefastas consecuencias para esa parte… y para el todo.
            Albert Boadella afirma que a él “no le duele Cataluña” porque una vez que diagnosticó hace mucho tiempo la “epidemia nacionalista”, ha superado el dolor. ¡Pero cuánto sufrimiento recóndito en sus palabras! Debe de ser tan intenso que lo niega. Conoce las falacias que han dividido a un pueblo, no puede sino oponerse, pero padece por el enajenamiento de muchos catalanes, hacia los que se vislumbra un amor desmedido. El peso y el agobio de lo que acontece lastran su mordacidad y le hacen esgrimir un pesimismo subliminal. Esperábamos tal vez más de él… pero posiblemente lo ha dicho ya tantas veces que hasta le duele hablar. Da la sensación de que el genial actor y director desfallece porque cree que ha predicado en el desierto.
            El ministro del Interior, sin embargo, suple con creces su comprensible parquedad. Quizá somos víctimas de los prejuicios y nos sentimos reticentes hacia él por representar “la represión del Estado”, pero el estereotipo queda hecho añicos en unos segundos. Ameno y con una profundidad inesperada, nos bosqueja en trazos maestros la historia de Cataluña, neutraliza las interpretaciones arbitrarias, plasma los dos extremos del péndulo, los períodos de seny y de rauxa, se expresa serenamente, con conocimiento, y, junto a su español clásico, sorprende también un catalán clásico de perfecta pronunciación. Es el acontecimiento de la noche, tanto que incluso es él mismo quien nos recuerda la labor premonitoria de Albert Boadella con los espectáculos de Els Joglars, y concretamente con su “Ubú President”.
            En el aire queda el seny del ministro que, precisamente por ser el jefe del ministerio de peor prensa, descuella más, y uno piensa que si hubiera otros políticos con esta lucidez, serena y sin desdén, entonces quedaría aún una chispa de esperanza. ¡Ahora más que nunca hay que nacionalizar el seny! El libro de Begoña Marín es una valiosa contribución a ello.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 30 de septiembre, 2014

4 comentarios:

  1. Miguel Arnas Coronado30 de septiembre de 2014, 16:36

    Dicen que sólo quieren saber qué se piensa, qué se opina sobre la independencia, que haya consulta. Pero los mismos que dicen eso (entrevista al alcalde de Deltebre en Onda cero) afirman que es la mayoría quienes desean hacer la consulta. ¿Cómo saben que son la mayoría?, ¿no deberían primero consultar si quieren la consulta?, y previamente a ello consultar si se consulta si se quiere la consulta?... y etc. ¿Para qué quieren consultar si saben perfectamente cuál será el resultado de la consulta, si quienes se oponen a ella misma no podrán hacer campaña a favor del no, y ya hace años que en este país se ha convertido la política en marketing?

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    1. En efecto, Miguel, los argumentos esgrimidos son capciosos, pero calan en un pueblo inculto como el español, y calan por tanto en los españoles catalanes. Por todas partes somos el mismo país, con los mismos defectos y las mismas virtudes, y también con los mismos políticos populistas y mendaces. Por eso invocan el arrebato que, como se sabe, impide pensar.

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  2. Una amiga catalana me descalificaba la entrada "La diada más triste", que puse en mi blog el pasado 11 de septiembre. Hablaba de "orgullo hispano" y mucho tiempo ante me acusó de nacionalismo español, término este que me parece un verdadero oxímoron.
    Cualquier nacionalismo contiene altas dosis de victimismo bien cultivado, unas gotas de demagógica visión de un futuro de libertad, una llamada (casi ladrido) al clan y una falsa defensa de una cultura que, la verdad, todo el mundo civilizado respeta de antemano.
    Pero la masa tiene la particularidad de convertir en amorfas a muchas personas que por sí mismas nos parecieron siempre interesantes e inteligentes. La masa social, como la del pan, fermenta fácilmente y se convierte en otra cosa.

    Saludos,

    AG

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    1. Perfecta definición, Alberto, de lo que está ocurriendo, a lo que Boadella llama "epidemia psíquica". Para que haya un verdadero debate es fundamental que baje la fiebre y que los argumentos puedan esgrimirse con naturalidad, sin descalificaciones. Sólo en este ambiente podría haber una verdadera consulta y siempre pasando por los cauces legales. ¿Que es un período largo? Más largo es el período recorrido juntos y no puede ser despachado de un plumazo. Son necesarios mucha calma y mucha reflexión. Es decir, mucho seny.

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